os. Especialmente cuando estos retrasos no siguieron el protocolo correcto y me dejaron en la estacada. Flynn permaneció sentado mientras el resto de mi personal regresó a sus escritorios. Cuan
da y que otros tampoco esperan discutir. Parece un poco una emboscada, y espero que no hayas pensado que llamarm
ie. -En realidad, hay espacio en el presupuesto para dos asociados más en su departamento. Hable con Recursos Humanos para asegurarse de que sepan lo que está buscando y ellos programarán algunas entrevistas para usted. Él asintió con entusiasmo mientras se levantaba. - Comprendido. Gracias, señor Francis. Al salir de la habitación, miré el reloj. Debería hacer una última parada en un sitio en construcción al otro lado de la ciudad. -Sandra-dije acercándome a su mesa. - Que todas las llamadas que me hagan sean transferidas a mi celular. Estaré fuera del sitio durante las próximas horas. -Por supuesto, señor Francis. Me giré para irme, pero me detuve a mirar atrás. -Una cosa más. Asegúrate d
e mi último trabajo. Pero eso no sería un gran problema. En un año, tuve tres trabajos en diferentes partes de la ciudad y lo manejé como un campeón. Por supuesto, vivía a base de café y bebidas energéticas para mantenerme despierto, pero aún así logré hacer mi trabajo. Sabía que podía hacerlo de nuevo si lo necesitaba. Pero eso no cambiaba el hecho de que necesitaba una gran cantidad de dinero rápidamente si no quería quedarse sin hogar. Ya me había puesto en contacto con algunos a
tenía diez días para pagar el alquiler o abandonar el apartamento. Después de eso, Paulie podría darme un aviso de treinta días para irme y/o programar una audiencia judicial. La cinta fue invención del propio Paulie, probablemente había buscado en Google trucos de mierda que los propietarios pueden gastarle a sus inquilinos. Maldiciendo, pasé mis manos por mi cabello. Fue inteligente. No podía meter la llave en la cerradura sin quitar la cinta, y entonces él sabría que había estado allí. Enojado y muy frustrado, volví con ella. - Increíble. Perf
zo. Tan silenciosamente como pude, entré a mi apartamento. Tenía que recoger mis cosas e irme antes de que él volviera a comprobarlo. Saqué una bolsa del armario y comencé a meter mi ropa dentro. Abrí la cómoda y saqué algo de ropa interior. Mientras miraba el bote de basura que había traído a c
empacar. Con mi mochila, maleta y portátil bajo el brazo, salí por la ventana. La señora Flintstein seguía de pie junto a la ventana,