e hacía que mi cuerpo se tensara y se me erizaran los pelos de la nuca. Su cabello oscuro estaba peinado hacia atrás, apartándolo de su hermoso rostro, a excepción de un fino mechón que caía sobre
mo si nos conociéramos. Me levanté de mi asiento y automáticamente ajusté el dobladillo del fino vestido que me habían obli
e sentí un poco aliviado. En cierto modo, tuve suerte. El postor de Jasmine claramente tenía edad suficiente para ser su abuelo, y Margaux se había marchado con un hombre mucho mayor que la miraba como si fuera simplemente una compra cara. Este hombre frente a mí era pecaminosamente guapo y no podía ser más que unos pocos años mayor que yo. Oh sí, podría haberlo hecho mucho peor. Por la forma en que me miró, no tuve ninguna duda de lo que quería. Se acercó más, casi entrando en mi espacio personal. Su aroma, una mezcla de colonia masculina cara y testosterona, era excitante, haciendo que mis pechos se hincharan y mis pezones sobresalieran a través de la fina tela de mi vesti
veces. -¿Cuántas veces has hecho esto? -Parecía observar cada uno de mis movimientos, cada una de mis respiraciones. -¿Qué quieres decir exactamente? -¿Con cuántos hombres has estado? Mis mejillas se pusieron rojas (podía sentir el calor subiendo desde mi cuello) cuando me di cuenta de que estaba preguntando sobre mis experiencias sexuales. -Ninguno-murmuré. -Quiero la verdad. ¿Cuántos hombres se han acostado contigo? -Su voz era fría, casi amenazante, e instintivamente retrocedí. -No te mentiría-dije suavemente. - Ninguno. -Si es así, averigüémoslo... Acércate. Con
me mientras descruzaba suavemente mis brazos y exponía mis pechos y todo lo que había entre ellos. Miré hacia otro lado avergonzado. En ese momento no sentí nada más que humillación y vergüenza. Allí estaba yo, siendo inspeccionada como un caniche premiado por un hombre que acababa de gastar una pequeña fortuna para quitarme la virginidad. También odiaba admitir que me sentía avergonzado. Como Fiona había señalado con tanto cariño cuando nos conocimos, yo tenía más curvas que las otras chicas. Sentí que él aparta
-Decías la verdad. -Una sonrisa de satisfacción se formó en sus labios. - Eres una mujer atractiva. ¿Qué hombre no querría tocar eso? -Retiró sus dedos del interior de mi sexo y su mano se deslizó por mis labios exteriores. Me retorcí cuando su pulgar golpeó mi clítoris. Continuó burlándose de él en círculos perezosos. Oh Dios. Ay dios mío.
enó de una extraña sensación de confianza. Sus dedos recorrieron mi vientre y mis pec