os, y en cuarenta años la empresa se había convertido en una corporación de mil millones de dólares. Como director ejecutivo, estaba decidido a llevarlo al siguiente nivel. Ya se hablaba de a
jo. Ver a todos ocupados me dio un sentimiento de orgullo. Cuando me acerqué a mi oficina, Sandra levantó la vista de su computadora. - Buenos días, señor Francis. He reenviado tus mensajes a tu bandeja de entrada. -Ya lo vi, gracias. ¿Cómo te sientes? Ella se reclinó en su asiento, dándose unas palmaditas en su vient
iones tienen prioridad sobre otras. -¿Qué es más importante que cerrar un acuerdo multimillonario que finalmente llevará sus hoteles a este siglo? - Comprar varias cadenas más pequeñas, aumentando el número total de hoteles que se podrían renovar de diez a quince. Me recosté en mi asiento, agarrando el teléfono con más fuerza. - ¿Me estás tomando el pelo? - De nada. Grant McArthur se jubila y quiere vender el negocio familiar. No tiene a quién pasárselos ni quiere seguir intentando encontrar a alguien. Quiere realizar la venta y seguir adelante. -Estás perdonado, entonces. De todos modos, necesitaré tiempo para ajustar la cotización. -Haz eso. ¿Por qué no lo programamos para el viernes? ¿Nos encontramos e
avía no estaba listo para darme una palmadita en la espalda. Necesitaba poner mis cosas en orden antes de poder celebrar. Mi calendario apareció en la pantalla, recordándome la reunión semanal del equipo. Cambiando de tema, tomé mi tableta y me dirigí a la sala de reuniones. Sandra ya estaba allí, en su lugar habitual, con una taza de té humeante frente a ella. Cuando entré, ella preguntó: "¿Está todo bien con el Sr. Foster?" ¿Necesito ajustar el calendario? -Yo me encargaré de ello. Si todo va bien, el acuerdo debería cerra
él. ¿Quién no se ha sentido alguna vez avergonzado en un nuevo trabajo? -Lo siento, señor. -Casi tartamudeó. - No pensé... - Lo que no había pensado quedó en el aire para la interpretación de cada uno. - ¡Excelente! -Dije que terminara rápidamente ese punto en particular. Ya había decidido aclarar esto más tarde, sólo entre nosotros. Lo último que necesitaba hacer era reprender a un alto directivo delante de los demás empleados. Sería poco profesional y un verdadero destructor de la moral. El resto de la reunión transcurrió sin mayores incidentes. En general, me impresionó lo bien que mi equipo manejó el aumento de carga de trabajo. Los empleados de ventas no eran los únicos que trabajaban horas extra. Mis gerentes de construcción necesitaban constantement