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, demonios que danzan bajo el manto celeste; el clan Tiandaopai, ángeles cuyas alas resplandecen con la promesa de la inmortalidad; y el clan Ying
to de emociones, lideró un ejército de 100,000 soldados en una marcha de destrucción sin igual. El Mar de Aetheris y e
uró el equilibr
para una misión especial. Con una mirada que irradiaba sabiduría y t
de autoridad-. Toma este elixir antiguo, símbolo de nuestra fe en la humanidad. Debes e
erencia, sintiendo el peso de l
-preguntó, buscando orienta
-respondió la diosa, con un destello de tristeza en sus ojos
uma plateada, dejando al ángel solo con su misión y
sabio, su rostro arrugado por los años-. Solo
de Kael fue sellado, y su esencia encerrada en la Torre de Sylpharion. La leyenda susurraba que si el espíritu de Kael fuera alguna vez restaurado, la calamidad volvería a asolar el
y oscuro, la despreciaba. Lunara no era hija de mortales, sino descendiente directa de una loba de noble cuna, una reina de las
er y su alma. Un día, el amor la llevó a arriesgarlo todo por su enamorado, un ángel cuyo desti
i es necesario, Lunara -dijo el ángel, su voz
. Mientras los sabios y magos luchaban por restaurar la barrera, una loba de rango inferior, despreciad
r de lado sus diferencias para idear un plan de escape. En su lucha por la libertad, Kael revivió una vi
mos sobrevivir -declaró Kael,
ía languidecido en la soledad de su prisión, encontró en Lunara no solo a una adversaria, sino a una aliada inesperada. Juntos, descubrieron que la perturbación en la
casi un susurro en la oscuridad de la torre-. Y juntos, po
rentarse a enemigos que desafían la imaginación. En su viaje, descubrirán que la línea entre héroe y villano es tan tenue como la fr