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Historia

Capítulo 6 6.

Palabras:2600    |    Actualizado en: 06/08/2023

o es largarme de aquí. Mauricio tiene cara de pocos amigos, mirando siempre en dirección a Gabriela. Ay, h

rco a Federica, motivado a intentar que baile conmigo. Está claro que no aceptaré un no por respuesta e insistiré hasta q

te un baile? —su

s se enroscan en mi cuello y no oculto mi sorpresa cuando se acerca más a mí

nsentimiento? —mascullo entr

mitir eso —dice y noto que ar

bor

su cuello. Sus ojos brillan bajo las luces al mirarme y sus la

intura. Noto como traga saliva con dif

rato? Te desapareciste com

ento y busco de desviar

ndo una sonrisa ebria qu

a nuestras narices mientras observa hacia mi cuello u otra dirección, y el tenerl

en encajar. Alza su mirada oscura, alejándose unos pocos centímetros de mí, pero n

cluso mucho má

o. Coloca distancia entre nosotros al extender s

o sé si pretendía sonar así de brusca, pero luc

—evado y ella me empu

hacer —gruñe, energú

! —mascullo

une y les dice algo que las hace reír. Luego de eso, Cristián se marcha con c

al fin, es ho

que llevan mucho rato hablando y mirando en dirección a las chicas.

e gusta p

mirar a las chicas —le comento

nte unos segundos, hasta que notamos que tres de ellos se levantan. Observo a Mau

en con un baile? —pregu

mirando a la mujer de lila. Las tres mujer

de mi hermanita, son

na canción, señ

no —masculla Gabr

íe con orgullo. Achís, achís. Miren

deras de Fede, acercándola a mí. El aroma frutal que desprende alcanza mis fosas nasales y su trasero choca con mi pelvis, cosa que

íamos con ustedes —habla la mujer fren

ientras la otra da a entender q

z —pide uno de ellos, asin

edírselas a ellas —agrego

er contacto visual conmigo y me regala una sonris

ipejo antes de dar media vuelta y llevarse

dice Gabriela. Yo me alejo de ella, en busca de las cos

de irno

l depa —me corrige Montse y yo recuerdo

el ceño, negan

l depa? —Pregunta, sacando las lla

lestia —pide Gabriela de inmediato, cosa

lestia —agrego yo, solo po

ntenta insultarme, pe

an accediendo. Federica me busca la lengua, insultándome por cualquier co

te. Mi jefa y yo bajo el mismo

espacios y beben del tequila que compró Montserrat. Me tienen con la cabeza a punto de expl

a como si tuviese seis dedos en vez de cinco. Bueno, tal vez vea como 10 dedos de lo borracha que va, pienso. Al final, decido toma

tud, observándome. Sus ojos están un poco enrojecidos

la casa donde se puede regular la temperatura. Apenas entramos, me suelta y observa tod

pedante que le encanta ser al

ar sus cuantos pesos ―habla

Mauricio? ―pregunta Fede ta

vanidad―. Compré una casa grande

ignorando ese rid

, ¿no? ―pregunta Federica, al

rmar una familia ya no va a suceder ―responde,

Mauricio le pide a Montse que revise si la habitación está

astabilla, cayendo frente a mi hermano que la sostiene con agilidad. Ella se ríe como si fues

s de nuevo se han perdido en la cocina. Escucho el grito de mi hermana, dici

pregunto―. ¿No va

e―. Soy venezolana, to

especial el tequila, es un poco fuert

, pero con el tiempo mis compañeras de trabajo me invitaron a salir varias veces. Aunque ya no lo hacemos a menudo, no desde que me

on amigas? ―pregun

es y formas de pensar muy diferentes,

qué? ―

a un poco de miedo porque temo que termine en algo más allá de discusiones ―explica y lu

en mi boca―. Supongo que si no hace nada ni escu

clara, encarándome―. Sí se pue

mi hermano y yo me alejo un poco de ella. Le ced

a frente―. Mala idea, se m

pasa esa borrachera ―me burlo

e? ―inquiere Montse, bostezando―. Hac

ero noto que ella deja que todos pasen primero y toma mi mano―. Oye, uhm,

rnos disculpas a nosotros, no fuimos l

uenas noches,

o, usando el diminutivo de

mal. Cuando se aleja, tiene las mejillas un poco sonrojadas y suelta mi mano, encaminándose a la habitación de mi h

iene la mano, la muñeca o si se apoya de mis hombros; siempre brinda a mi cuerpo sensaciones nuevas

ngo que detenerlo antes de que se torne má

omiendo de mi palma,

organismo y nada de comida desde el mediodía. Me levanto, buscando en mi armario uno de esos pa

n rodajas de jamón de pavo y queso amarillo, tomate y lechuga. Coloco todo eso sobre la encimera y busco el pan de sándwich para hacerme unos d

movimiento por el rabillo del ojo. Me paralizo por unos instantes y alzo la mirada, encontrándome con la mitad del cuerpo de Federic

—murmura, saliendo de su escondit

ro la nevera, apoyándome de la puerta de esta con cuidado y ella se acerca con le

es dormir?

aja y observando el vaso con agua—, pero me dio vergüe

. Entonces… ¿estabas babeando por el sándwich o porque estoy sin camisa? —inquiero m

misa, hay visitas en tu casa y no debes andar por ahí todo… encuerado —aprovecha de mirarme en la última palabra, paseando sus ojos por

, Sebastián —niega, ac

chón de cabello entre mis dedos y enroscándolo en mí índic

un brillo diferente en su mirada, pasara desapercibido para mí que la cercanía entre nosotros la alt

do el mentón para volver a su actitud testaruda y distante

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