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Historia
A fuego lento |Libro 1|

A fuego lento |Libro 1|

Autor: D. E. Liendo
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Capítulo 1 1.

Palabras:1908    |    Actualizado en: 04/08/2023

leta y suspi

, colocando un brazo bajo mi cabeza y m

na de color, de oro, de petróleo, de riquezas. Una nación con las mujeres más hermosas (y no lo digo yo, porque soy venezolana: lo

vivir aquí, pero el día a día te ense

nto futuro. Y, a pesar de ello, los venezolanos siempre buscamos seguir

seria, mejor dicho: a muchos les conviene esta miseria, porque la meritocrac

otro lujo sin tener que mover ni un músculo. Lo peor de todo es que no basta con que ellos quieran estar así,

decidí ser vendedora de equipos tecnológicos en el centro comercial más famoso para ello: el City Market. A pesar de ser un trabajo aburridísimo, explotador y repetitivo, logré reunir dinero para pagar mis estudio

de mi vida, porque una parte de mí se quiere quedar y seguir luchando en su país, uno que amo con todo mi corazón

a mi abuela y a mi maí-ta . Sin embargo, esto lo hago por ellas, para sacar

nta y me levanto para bajar a la

á no me roben el dinero como la otra vez —se quej

ue me ayude con las maletas —le pido y e

Mi vuelo sale en un par de horas, pero debo estar en Maiquetía en

ez no sea el mejor país del mundo, pero me alegra el saber que estar

techo, máximo, hasta que me gradúe ya que planeo llegar buscando trabajo. No

están ofreciendo una mano, ya han hech

a con maletas en mano, seguido de mi mamá y mi a

rto! Sabrá Dios cuándo te vuelva a ver —me responde, llev

n fin de semana —le recuerdo, colocándome a su altura para darle un

con ustedes, ya lo dije —refunfuña y ya

ventana con nostalgia. Abandonar mi casita, después de vivir 26 años en ella, dejar (temporalmente, por supuesto)

a tomado porque sí, sino porque ya no puedo soportar más la realidad que me rodea.

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razo con fuerzas y le sonrío para brindarle tranquilidad. Sé que

íbeme todos los días, por favor —dice y me coloco a s

a, maíta —le digo—. En ve

taremos mejor. Por ahora, quiero que tú tengas un futuro brillante porque yo tuve la oportunidad de tener

tu vida y que sea la que te mereces. Estaremos bien —concue

do. Hay tantas familias despidiéndose con abrazos y sonrisas

arme a la fila para abordar el avión. Cuando estoy cerca, volteo a ve

rvo por la ventana, cosa que agradezco muchísimo, y me coloco el cinturón. El celular lo pongo en modo avión y suspiro. Es entonces cuando las lág

a ha sido libre como te lo pintan en los libros de historia y que

pecíficamente la de mi ma-dre y mi abuela, también porque no sé cuándo

rdos, los olores, los sabores, los colores. Inclu

abrielita —me digo a mí mis

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y Rafael llevan toda la vida juntos y vi-nieron a este p

edica a la casa, pero hace arreglos de ropa y con eso aporta algo a la misma, mientras Raf

de gran renombre en la ciudad y ha escalado tanto que ahor

tienen una vida mejor y que Fed

rcunstancias fueron otras. Cuatro años después, estoy por finalizar y, además, e

lo que pensaba, el clima es fresco (cosa que agradezco). El lugar donde residen los Herrera es común, una casa de paredes amarillo pastel

po que no sabía que existían, así que ex-pulso una buena g

mpiste un hueso —la regaño y nos echam

dome a levantar—. ¿Cómo estuvo el viaje? Te adelanto que no

mito, abrazándola de nuevo y luego le doy un zap

el almuerzo. El olor llega hasta la habitación y hace que mis tripas

piezas mañana?

ionada—. Ya todos deben ser amigos allí, pero no

ocupes —dice, colocando una mano sobre

. Cuando todo está listo, compartimos la mesa y me acuesto a dormir porque el viaje ha sido ago

na» pienso, sonriendo y caigo

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