img A fuego lento |Libro 1|  /  Capítulo 5 5. | 10.87%
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Historia

Capítulo 5 5.

Palabras:1943    |    Actualizado en: 04/08/2023

anó Cristian, por supuesto), me encuentro secando

pregunta y yo lo miro con ojos

es tenemos

un sitio con buen vino? —pregunta

y voy secando los t

gustas —invita, mirándome mient

sábado podremos ir a tomar algo? A este

ponde, riéndose—. Aunque

cubriéndome la cara con el

iano me derrite por completo, pero eso no significa que me guste. E

carajos sucede c

no… tendremos una charla un tanto incómoda y, la

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e, pero ha mejorado. El chef Guzmán notó mi progreso y mejo

—pregunta Cristian c

u belleza de moto, sí —re

osotros y Cristian frunce el ceño, a

cerca a la muchacha, que se oculta tras de nos

insistiendo en arreglar nuestra pinche relación —responde ella y yo m

uiñándole el ojo—. ¿Quién

ga, rodando los o

n, la comprendo. Seguro tienen una relación de porquería,

habla, estirando su mano y la estrecho, sonrién-d

mando con la cabeza y

delantales de la

estia en su voz—. ¿Te importa si me llevas a casa, Cris? ¿Por

—respondo cuando me mira, un

es —acepta él, lanzando las l

gunto, esperando que ella

onde Cristian y yo niego con la cabeza, creyendo

—inquiere ella y yo afirmo, así que se

rmano es un bruto —me qu

o parece recordar algo—. ¡Oigan! Ma-ñana tenía pensado

asiente con una sonri

escribiré a Cristian —me dice y se de

de los Díaz e

me un beso en la mejilla

ti luego —

respondo con

ección contraria de siempre. Yo espero el autobús

rato antes de arreglarme para la cena con Cristian. ¿O acaso d

lo

un pantalón de vestir corte alto, con un lazo en el frente, de color beige. Un

no ir muy arreglada —me digo frente al

—pregunta mi prima,

ue voy muy arreglada —admito,

—pregunta, recargando

viendo a verme al espejo mie

así te da el suyo cuando haga fr

r lo que tengo con él. Es mi único amigo, hasta ahora, en México —digo y

e gu

lo

e gu

ondo de nuevo,

ándose para colocarse detrás de mí—. Que él sea hombre y tú mujer no

riendo con alivio—. Gr

s de la casa. Federica alza una ceja en mi dirección y yo le saco el

r semi formal. Viste una camisa blanca de botones, un flux negro y

tras de mí—. Estás muy guapo, pe

endiéndome su mano—. Supuse q

un casco y nos trepamos a la motocicleta, él acelera has

de lomito y pizza. El mesero nos sirve la bebida en las copa

la copa—. Salud porque subiste

un poco más fuerte de lo que espe-raba y terminamos riéndonos

ndome un ojo—. Iba a preguntarte por qué te mudaste de Venezue

era hora de salir de allí —le cuent

osos de Barranquilla —admite él, haciendo

un barrio mucho más seguro —respondo y me encojo de hombros—. Ninguno

yo lo miro confundida—. Perdón, quiero de

l certifica—. Ella se mudó hace un par de años y vive con sus padres, me es

ar más días. Tengo que enviar dinero a Barranquilla —admite y le da otro sorbo a su copa de vino—. He cambi

la mesa—. Un trabajo para sobrevivir mientras una pas

tres pasantías en Fraga —dice, soltando un suspiro—. Y sé que la obtend

sero llega con nuestra entrada, que luce muy buena y no puedo

turando nuestra atención. Trato de encontrar a los homb

ranquilla? —pregunto antes de me

lo miro sorprendi-da—. Tuve novia en Barranquilla, pero tuvimos diferencias irr

odía irme con él en ese entonces, así que decidí cortar por la buena. Sabía que no iba a poder con una relación

parcera —es lo que res

arpacho y coloca la pizza sobre la mesa. N

apetit

n ap

a, mientras nos deleitamos con la exce-lente pizza y unas cu

a, ¿quieres algo

la cuenta —le aviso, levantándome de mi asiento,

ayuda? —propo

un ojo y me rio

o siga presentable. Retoco un poco el ma-quillaje y me ar

e caer. Unos brazos me sostienen de la cintura y un exquisito olor m

a vez no tenía un

mediato al rec

—hablo, en

nuevo, no sé si analizándome o con desprecio. Supongo que le hace grac

no —murmura con

isa se en

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