img A fuego lento |Libro 1|  /  Capítulo 7 7. | 15.22%
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Historia

Capítulo 7 7.

Palabras:2444    |    Actualizado en: 04/08/2023

UR

e puesto nerviosa. «Eso, así es que quería ver-te...» pie

vor. La paga el señor aquí

e aniquilar con la mirada a mi hermano, y ella se beben un shot con rapidez. No aparto

mucho a la imaginación. Sus caderas son anchas y su cintura pequeña, es delgada, pero de piernas gruesas y fuertes, de p

idiendo un whisky. Las luces rojas se mueven de aquí para allá, mien

urgido un problema antes de dirigirme a la escuela y pues… exploté sobre el

la protege de mí. Su actitud reta

a Sebastián a mi lado y lo miro de reoj

primero con l

ojos y se lleva la botel

enenosa esa que tiene―responde, sentándose a mi lado—

fura por tenerme cerca, ¿o no te pasa lo mismo con su amiga? —inqui

esponde y me devuelve la mirada

cuando la veo con el colombiano. Siempre ha es-tad

ita Arellano, me da a entender que no la co

más fastidiado. Tengo 36 años, no estoy para andar

apa para bailar la pachanga que suena de fondo. Yo ruedo los ojo

o ―o

vigilarnos tanto y vengan a bailar ―nos p

estas cosas y solo estoy aquí por ti

n solo hermano mayor ―se burla ella, mirando en d

da un puñetazo ―

os señala, fastidiada—. ¡Imbéciles! —se queja y s

le puede decir que

22 años, q

con las que podemos bailar ―di

que llegamos. Algunas nos sonríen y nos guiñan el ojo

stas. Le ofrezco mi mano a una morena de pelo oscuro

rpo con el mío. Una de mis manos se queda en su cintura y la otra acaricia su cue

, recargándola en mi hombro y cierra

ruzada de brazos, mirando con cierta repulsión nuestro baile. Desvía la mirada cuando

n la otra Arellano. Me acerco a ellas y le hago señas a mi herma

no? Porque no veo que hagas nada

? —inquiere, buscán

da de encima. No me digas que no te das cuenta de ello —ironizo y ma

briela? —inquier

n a la parejita y yo vuelvo mi vista a mi hermana, quien

ellizcando mi tabique co

on Cristian, con su prima, menos con-migo. Sebastián apareci

uego se mete en problema

bello se le pegue a la espalda, un poco al pecho y a los costados de su rostro, pero porta una sonris

í, pr

que nunca, un poco tomados, menos Cristian y yo. S

Hasta que suena Talking Bodies de Tove Lo, porque las

riginal sino un arreglo del DJ. Sin embargo, me gusta basta

eras y recogiendo su cabello hacia arriba hasta dejarlo caer de nuevo

e acomodo en mi puesto al sentir una incomodi-dad en

hecho antes y es d

se niega y lo ignora. Sin embargo, sigue insis

co, pero no es nada bueno y estoy aquí para proteger a Mont

Ella frunce el ceño y cierra la boca, seguro porque estaba por mandar

n-do le hago una ligera seña de advertencia hacia el tipejo que espera su respuesta, acechándola y

bebiéndoselo de sopetón antes de poner una mano en su pecho y arru

arme con cariño y el tipo al fin

bailar una canción sin problemas ―digo, col

manos sobre mis hombros—. Aunque te digo que yo solita p

por ustedes? Ya no estoy para siquiera madrugar hasta las tre

olita. Téngalo por seguro —reitera y yo afi

qué, señori

conocer el olor a tequila, a su sudor (que no me e

a mí. Puedo escuchar como jadea de la sorpresa y trata de

u piel. Noto que se eriza y no puedo evitar sonreír por ello. Se da la vuelta, acercándose de nuevo a

está regalando tres pasantías en mi escuela ―dice, a

cocina como baila ―res

ojos y niega

no la aceptaría ―dice, a

o maldigo en mi interior po

n cara de preocupación, le dice algo que l

pagar por los trago

las mujeres ―habla Sebastián, colocánd

s tres jóvenes que vinieron con noso-tros. Trato de ignorarlos h

ea. Otra v

amos antes de caminar

lacen con un baile? ―

sponde mi herman

a canción, señor

o que responde Gabriela, ha

ras ellas, yo sujeto a mi her-mana por los hombros y a Gabriela por l

ual no bailaríamos con us

la chocan puñ

imposible, pr

es Díaz ―dice uno de

, ¿no creen? ―habla mi hermano y noto la

tas ―dicen y se dan m

l culo ―habla Gabriela y alzo una

ordena Sebastián, d

a, pero en el depa ―corrige

n el departamento? ―pregunto, frun

olestia ―habla Gabriela al instante, tom

ia! ―le grita Sebas desde la bar

derica se levanta, per

umpe Gabriela, suprimiendo la

ima, buscando el di

erfiriéndome en su camino―, prefiero saber que están sanas

ricio. Nosotras nos vamos en taxi ―responde,

sí, creo que no lo haría tan seguido. ¿O tal

axi mañana si quieren, pero hoy qué-dense. Me da miedo que

trata de zafarse del as

su atención―. Dormirán en la habitación de

a a ser su cara, no me complace para nada. Ni hablar de qu

era e intenta echarse para atrás, pero el orgullo la frena y se

go, Gabriela ―le digo, sonrie

esvía la mirada,

me dice que tendré pesadillas ―dice y sig

durar mucho tiempo, yo

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