a y observo las olas; la calma constante del océano es un fondo reconfortante para su música. De vez en cuando, noto que Rain me mira, su mirada se demora demasiado. Sus ojos a
lencio entre nosotros. Rainidy se burla de la gorra de béisbol y las grandes gafas de sol de aviador que usa Rain para que nadie lo reconozca. Rainidy corre hacia adelante, su risa
abla en voz baja. -¿Recuerdas esa noch
mis labios. -Nos perdimos tratando de enco
Y terminamos deambulan
piendo el momento, y observo cómo Rain corre hacia ella, levantándola y haciéndola girar mientras ella grita de risa. Al verlos, siento una punzada,
o en la cocina con antojos de una copa de vino. Tomo un vaso y me giro hacia el refrigerador cuando siento una cálida presencia detrás de mí. Al
estruendo profundo que envía
an, recorriendome con una intensidad que hace que mi pulso se acelere. Se
oz es más suave de lo que pretendía, más ent
a sal y oler algo distintivo de él. Su mano se extiende, apartando un
apenas es más que un susurro.
acelerado. Hay una cruda honestidad en sus ojos, una profundidad de emoción que no espera
dedos, y lo siento tan familiar, tan correcto, que casi olvido los años que pasaron entre nosotros. Todas las razones por las que esto es una mala i
nnumerables noches solitarias se desvanecen. Y estoy de vuelta con el único hombre
spera, llena de un anhelo
latido. El aire se siente denso y cargado, como si ambos estuviéramos al borde de lo que parece una tentación. Ambos sabemos que es demasiado
se estrella sobre nosotros, devo
a pantalla, un destello de impaciencia cruza su rostro. -Necesito aceptar e
compostura, rápidamente balbuceo: -Rain, no deberíamos
ebes saber que estoy aquí y que no voy a permitir que vuelvas a huir... Esta vez no-
ue no me dejó ir. Doy un paso atrás, obligándome a recuperar
odo lo no dicho colgando entre nosotros. Mis ojos buscan en su
o en la oreja, me deslizo por el pas
ty me sacudió. Sigo comparando a este Rain con el hombre que solía conocer y amar. Son muy similares y al mismo tiempo diferentes. Sus ojos son del mismo az
cama, perdidos en nuestro pequeño mundo. Cómo se sintió al s
e me despierto, siento una extraña inquietud: un anhelo por el amor que solíamos compartir con t
, todavía existe una conexión entre nosotr
a
de eludir este llamado. Por mucho que quiera mantener para mí la emoción de tener una hija, sé que es el
oco la pantal
eces, antes de que mi madre cont
rar el nudo en mi garga
stábamos diciendo cuánto tiempo ha pa
. -Estoy bien, mamá. En realidad, t
dando a papá mientras ambos se quedan en silencio.
engo una hija, mamá. Su nombr
a sí misma: -Rainidy, que tiene once...- Se le escapa una
en voz baja, dándole tiemp
s algo de contexto aquí. ¿Estás hablando de una ni
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