Las luces brillantes del salón de baile danzaban sobre las mesas decoradas con arreglos florales, y el murmullo de conversaciones
dora. Su mejor amiga, Clara, la había convencido de asistir, insistiendo en que necesitaba distraerse y dejar atrás el do
rer será el inv
do la sala. La idea de encontrarse con el hombre que una vez había sido su mundo la llenaba de incertidumbr
a sí misma, aunque su voz interior no podía o
presencia era magnética, como si la sala se iluminara a su alrededor. Luciana sintió que el aire le faltaba por un i
ola de su trance-. Mira, ¡es A
tratando de sonar despr
ilo invisible. Sus ojos, oscuros y profundos, revelaron una sorpresa que Luciana no esperaba
ra-. ¿Vas a quedarte aquí p
propia. - No estoy lista -pensó, pero antes de que pudiera retroceder, Alejandro ya s
grave y suave como la sed
tratando de mantener la com
entre ellos seguía ardiendo. Era como si el tiempo se hubiera d
el tono de su voz reflejando una
ciana sintió una oleada d
pa de su mirada oscureciéndose u
mentó Luciana, deseando que la con
ió más animado. Alejandro dio un paso más cerca,
iero decirte -comenzó, su
nto con risas y charlas despreocupadas. Luciana sintió que su corazón se hundía. La opo
n paso atrás. Pero en su interior, un torrente de emocione
sa de él en su espalda. El eco de su nombre resonaba en su mente mientras se perd
había cambiado de nuevo. Alejandro había vuelto, y con él, las sombra
amientos giraban en torno a Alejandro, cuya presencia aún la envolvía como un aroma familiar. Mientras Clara se perd
las estrellas brillaban en el cielo como
ó para sí misma, sintiendo cómo la angustia
uvo por un instante. Se volvió lentamente, encontrándolo allí, en la entrad
sintiendo con un ges
laro. A
ella, la cercanía intensific
o hacia el jardín-. No recordab
oder evitar que su mente viajara a los días felice
no -completó él, una sonrisa brotando en
rdar cómo sus cuerpos se movían al unísono, cómo cada baile era un susurro
mpiendo la quietud-. Me arrepiento de no habe
ó una punzada
empre son tan simples -su tono era defensivo, pero en su inte
a fija en la suya-. He pasado por muchas cosas desde nuestra ruptur
iana no pudo evitar soltar la pregunta, sus emocion
eridad que le quitó el aliento-. Siempre lo he hecho. No h
entre ellos de un calor palpable. Luciana sintió cómo
volver a lo que éramos.
recuperaremos -insistió él, acercándose un paso más, hasta que
que el corazón de Luciana se abri
de nuevo? -la pregunta salió
él, extendiendo su mano
mano, la tentaci
puedo con
ro, su voz resonando con anhelo-. Solo
nterna en su corazón alcanzaba su punto máximo. ¿Podría arriesgarse a abrir su co
piro temeroso, extendi
oportu
y el miedo parecieron desvanecerse. Mientras la noche los envolvía, Luciana supo que, aunque
o de Alejandro contra la de Luciana era cálido, familiar, como si el tiempo no hubiera pasado, como si todas las barreras que los había
ar lo que pasó entre nosotros. No puedo pretender que el do
mostrando una mezcla de c
también sé que lo que sentíamos el uno por el otro nunca se ha apagado. No puedo
o luciérnagas. Había un nudo en su pecho, un miedo a volver a caer en las mismas trampas del pa
ndo me dejaste, sentí como si una parte de mí se rom
tunidad de enmendar lo que hice. Sé que será difícil, pero estoy dispuesto a luchar por ti, por nosot
dejarse llevar por las emociones que aún la ataban a él. Todo lo que había sucedido entre ell
, su voz apenas un murmullo-.
ano libre para acariciar suavemente su rostro. E
os qué pudo haber sido. Pero si me das la oportunidad, te prometo que lucha
rostro la reconfortara. Aún podía sentir el peso de la traición pasada,
ortunidad, si lo arruinas en la gala pues no te la acabaras commigo, pero es lo unico que nos une que lastima. Pero e
a sonrisa cargada de
rio. Solo quiero es
e que acariciaba sus rostros. Alejandro se inclinó lentamente hacia ella, sus labios rozando los de Luciana en un beso
bía cambiado, como si un muro invisible hubiera comenzado a de
ijo ella con una pequeña sonrisa-. C
o rió su
opolizarte toda
minaban de vuelta al salón de la gala, tomados de la mano, supo que aunque el c
ecía más liviano, como si la noche les hubiera dado una nueva oportunidad. Clara los vio
biado un poco -murmuró Clara c
Sí, las cosas habían cambiado, y aunque el futuro seguía siendo incierto, por pr