periencia única para Ana. Entre cenas lujosas, paseos por la ciudad iluminada y momentos de sile
ertos momentos. Pero jamás dejaba de lado su naturalez
en le entregó una carpeta con información confidencial. Ana lo obse
fuera? -preguntó ella, observand
os con la misma calma de
deba pre
ño. Ya conocía bi
fica que s
na leve sonris
ue ya está b
diendo no insisti
o. No había revisado sus mensajes en días y le sorprendió ver una notificación d
vier Santos. Pero hasta los imperios caen.
fuerza. Leyó el mensaje varias veces, tratando de
voz de Javier la
la puerta del vestidor, observándo
aje raro -murmuró, bl
ono de su mano antes de que ella pudiera reaccionar.
sta, su expresión er
uándo rec
respondió Ana-. No s
e y se sentó en la orilla de la cama, tomándola
ncargarm
ragó
ue sea al
r suavemente por su man
io cuando se
e fuera que estuviera ocurr
e que había recibido la noche anterior seguía dando vueltas en su cabeza
garse de sus asuntos. Se levantó con calma, se vistió y bajó a desayunar. Al llegar al
jo ella, sentánd
nas un segundo antes de vol
nos
de café y decidió
e algo sobre
sobre la mesa y entrelazó
de un número desecha
unció
es bue
con tranquilidad-. Pero
miró fi
é te r
e café y bebió un sor
ay quienes desean verlo caer. Esto no
na-. ¿Y si es alguien que re
alma, como si ya hub
eforzaré la seguridad en la casa y en todos los lug
Algo dentro de ella le decía que est
caminaba entre los rosales, escuchó un murmullo cerca de la entrada principal. Se
ieron cerca de la
ás se
quí. Javier aún no lo sabe, pe
scalofrío recor
bía estado
diato. No podía ignorar esto. Nece
ró revisando documentos en su escritorio. Lev
go s
a puerta de
de que alguien ha estado rondando
silencio por un momen
ía alarmarte in
zó los
estoy a
reclinó en
primera ve
imera vez? -Ana sintió
a -dijo Javier con su calma
sintiendo que le oculta
vier Santos nunca hablaba de más. Y eso significaba q