elen ver molinos de viento en cualquier sitio. No exagero cuando afirmo que en la ruleta del destino he salido perdedora. Mientras los problemas de algunas chi
llona». Así se refiere a mí porque es eso lo que significo en su vida. Por más que he intentado ser amable, cariñosa y aplicada no he conseguido de él una mirada cálida. Estoy harta de complacer
-así me hace llamarle-; Dios le regaló la maldición de procrear solo una ve
siglos de antigüedad. De tanto escuchar a los ancianos, ya la he aprendido de memoria: «Surgirá una estrella en forma de mujer. Tendrá la marca de la luna en el rostro y
color negro azulado y luzco en mis gruesos labios una grácil sonrisa. La probabilidad de que mis rasgos se asemejen a la descripción de la profe
quien empareja a dos perros de raza. Primero, se cerciora del pedigrí; y luego, los encierra en un mismo sitio como si fuese el dueño de su destino. Es eso lo que significo para él, una cachorra que se subasta al mejor postor. Quien me ofrezca un apellido de pre
s o tres guardaespaldas me sigan los pasos. Solo me es lícito bajar sin compañía al patio privado de mi habitación. Allí disfruto del contacto estrecho con la
oído pegado a la puerta se me pasan las horas. La gruesa madera adultera los sonidos. Adivino a medias las palabras mie
asos apresurados que se acercan. Tal vez, los hombres cel
sa el ritmo de mi respiración. En lo más profundo de mí, intento hallar consuelo en cosas superfluas que de poco importan. No me interesa conocer otros sitios del mundo ni ser llamada señora
cuarenta grados. En este infierno de vida, la tortura psicológica viene acompañada de un baño de vapor. Es un paquete completo p
rostro a mi pesadilla. Sé que, mien
me traicionan y se entreabren sin permiso. Sé que necesito ser valiente para afrontar el destino que me sobreviene. Batalle o no, los resul
, mi madre, la portavoz de las malas noticias. Ignoro si ella se ha prestado como voluntaria o s
e su belleza se aproxima a la fecha de expiración. Como náufrago en el agua, chapotea
r resbala por mi nariz y me quema el esófago,
to? -El parloteo incoherente de m
mportante. No somos las meteorólogas que anuncian
es. Hace muy poco tiempo, los bordamos juntas. En ese entonces, me enseñaba a ser una doncella virtuosa. Hoy viene a impartirme clases acerca
roducido la tos -concluyo con
mientras intento recordar cuándo fue la última vez que ambas intercambiamos un saludo cariñoso o, al menos, una frase cálida. Por más que me esfuerzo, no lo consigo. Hay un divorcio afect
ucha moral en su interior o si, simplemente, carece de corazón. Tras un breve instante, carraspeo. Pre
cta y se mueve con delicad