ue se esconde tras las gruesas telas. Las modistas toman las medidas y revolotean alrededor mío. Han estado manipulándo
porto todo sin rezongar. ¿De qué me serviría negarme? La cara de felicidad que luce mi madre no se bo
. Las sumisas esclavas amortajan mi cuerpo para que esté tan muerta como ellas, sin emoci
rincesa y exhibir su nueva adquisición con orgullo, me disfraza de aura tiñosa empl
anera porque siempre está alegre a pesar de que su propio padre le haya entregado el mío como pago de una deuda cuando recién cumplió los ocho años de edad. En aquel entonces, fue mi idónea compañera de juegos. Luego, se convirtió en
e que armaré un gran alboroto y haré que le castiguen. Sin embargo, me siento agradecida.
o o me volveré loca. Soy una e
le la cabe
inapropiada actitud le molesta porque en ausencia de su esposo
stenerle la mirada. Que se enoje cuánto quiera
es, pero no se atreven a marcharse.
vio no me querrá con ojera
garganta, se escapan a escondid
esto a las modistas. No cree necesario atosigarme. Me quedan varios d
nada. En lo que espero u
un baño -sugier
ca de mi presencia. Un momento a solas con Ba
a con polvo de oro. ¡No te atrevas a decirme que se debe a un error genético! Eres la Lumbrera de Ruhit,
a boca. No sé si prefiero soportar su
o una manada de elefantes en el cerebro
alta e inestable. El día en que caiga una de
malgasta en ella. Lo que hace con la cabeza lo desbarata con los pies. Uno de estos días,
rumbo peligroso. Si no los dete
me prepare un agua de ros
empo para encontrar una buena excusa que le haga olvidarse de la chica. Una ráfaga de aire ardiente j
na. Me temo que coincidirá con la fecha de la boda. Sería una pena que los invitados desfallezc
rrugas tras una máscara de miedo. Sin embargo, pronto retorna la irónica risa que me atemor
acude con prisas y le responde con una profunda inclinación. Mientras bebe el líqu
en, no soy yo. Si no ahuyento a mi madre en
tos de rosas del valle y las imágenes pintadas en los lienzos que penden de las paredes le dan luz a mi vida agonizante. En otro sitio del mundo, tal
, prepar
rdone por sonar
más me convenzo de que mi padre le ha comprado solo para tener a alguien a quien castigar cuando mi comportamiento no ha estad
lla quejicosa y sin agallas. Su rostro se contorsiona en una mueca sardónica. Le he mostrado la imagen
y dejo la puerta entreabierta. La prefiero así porque cerrarl
azo que pone fin a mi alma en ascuas,
Más bien, lo considero un empate. Sin embargo, debo recordar que mi enemigo tiene un rostro desc