pos negros y las labores de limpieza tengo el cuerpo repleto de agujetas No hay sitio de mi anatomía que no proteste al moverse. Sin embargo,
lgo fuera de sitio cuando venga a colocar mi día patas arriba. Observo con detenimiento c
se han instalado dos redondeles violáceos. A pesar de que uso maquillaje, no tienen intenciones de aclararse. A Fátima le
o. Después de gastar media hora entre cremas y aceites, parezco una persona; pero me falta much
. Lanzo un bufido casi silente y me volteo sin prisas. Busco usar una de mis caras
fuerza mayor le ha alejado de la casa. No me pregunto qué le habr
a enviado un mens
endidos -me comunica-. No ha
o con la ilusión p
sentimientos? En un mundo ideal, el caballero gallardo defendería la voluntad de
españolasentado en Arabia. Los señores temen que sus hombres efectúen un ataque armado durante la ceremonia o un secuestro en los días previos. Como el imperio familiar se tambalea, han centrado sus esperanzas en una alianza matrimonial. Eso es todo cuanto
es la tabla salvad
ase de una tercera persona o de un progra
será como la salida del sol antes de la tormenta anunciada. Sin embargo, mi descanso dura bien poco. Unos ruidos secos se i
de árbitro en una pelea entre King Kong y Godzilla. Me levanto co
mi cabeza. En las áreas aledañas a mi habitación se produce un te
iódicos o en la tele, una foto mía sin hijab y en pijamas! Me castigarían hasta que cumpliese cien millones de años. Debo
mal llamado ropa. Desde que me han comprometido con el
ía de modelo de aura tiñosa emplumada hace apenas veinticuatro horas ni queda la sombra. C
ya han pasado varias horas después del mediodía? ¿Y mi almuerzo? Aquí hay un misterio demasiado elemental que no necesita de la pres
o unas barras energéticas. Luego de haberme desecho de ese pro
como para ordenar uno se pasa horas y horas. Sin embargo,
n cosas incoherentes. Otra chica en mi caso estaría... ¿Qué se supone que debo hacer si vivo en una celda con mayor segur
ionar mi nombre y tiemblo. Los dueños de esas voces son desconocidos que vienen por mí. Moriré
lvidado de quitarle el papel plateado y me mordido un dedo. Quiero correr, volar
ortaría perderles. Saberles bien me hace feliz. ¡Oh, Dios, protégenos a todas! Nunca he orado con espontanei
de un momento a otro. Mientras cuento los segundos que tarda en abrirse, mordisqueo las uñas de
a buena es que
i ella pudiese contar esta historia, se quejaría de los pelli
salir la adrenalina de mi interior, sufriré un
structurados de mi corazón. Cuando la madera cae, mis ojos se topan con los de uno de mis guardaespaldas. Me miran