detuviste justo a mi lado, parado en el pasillo, junto al asiento donde me encontraba, tan quieta, intentando ser invisible para ti
riz tenía la punta redondeada y me gustó la idea de pensarte con rasgos de un cachorro. Tus gestos, tu mir
as cosas. Caminan apurados, al igual que el resonar del gran reloj colgado sobre la entrada del tribunal... Pero nosotros
s hecho. Una y otra ve
a muerte nos