e del vibrante Reino de Eldoria, pero ahora, más que un refugio, era un recordatorio sombrío de la devastación que había sufrido el mundo. La tierra que antes había
rar en sus oídos, instándolo a avanzar, a tomar lo que una vez fue suyo. Pero a cada paso, las preguntas seguían multiplicándose. ¿Estaba preparado para esto? ¿Era realmente el heredero de un reino tan devastado?
notado que cada uno de ellos mostraba signos de agotamiento. Raleth, el guerrero silencioso, había mostrado más cansancio del habitual, y Elyra, la hechicera, parecía pre
ajustaba su espada, una ligera sonrisa apareciendo en su rostro. -El lu
habría sido destruida por completo por el Rey de las Sombras? Lo que quedaba de Eldoria era un esqueleto de
e? -preguntó Aiden, sin poder oculta
tió, su mi
ue allí se esconde lo último que puede derrotarlo, Aiden. El corazón del reino. Allí, en el antiguo
, se detuvo por un momento, mirando las sombra
Rey de las Sombras están cerca. He estado rastreando señales de ellos durante todo el viaje. La corrupción que han sembrado no está solo en la
scuchado historias sobre el Rey de las Sombras y su magia oscura,
th? -preguntó, su voz
cero, pero con una suavidad que solo los hombre
personas. Los convierte en sombras de sí mismos, en esclavos de su voluntad. Muc
lma. ¿Podría realmente reclamar su reino, si los mismos que habían jurado servirle ahora es
mento, una voz
en, su mirada tranquila pero firme. -Las sombras pueden haberse infiltrado en muchas personas, pero la luz nunca
zón. Aunque la oscuridad parecía haberlo consumido todo, todavía había un resquicio d
último bastión del reino, estaba más cerca que nunca. Y aunque el camino estaba lleno de sombras y amenazas, Aiden sabía que, al final,
. En el pasado, la ciudad había sido un símbolo de esperanza y poder, pero ahora, solo quedaban vestigios de su antigua gloria. Las murallas esta
lugar olvidado, estaba la última oportunidad para recuperar lo perdido. El desafío estaba ante él. El Rey de las Sombras esper
iden se volvió hacia su grupo, mirando cada uno de sus rostros con determinación. No estaba solo. Y aunque el camino por delante era in
ivía, y él er