ue llenos de luz, estaban marcados por la tensión que se palpaba en el aire. A medida que avanzaban, el paisaje cambiaba. Ya no era el campo verde y
omo si hubiera recorrido estos caminos en más de una ocasión. Los demás viajeros, aunque no habl
revían a salir de su boca. El viaje lo había sacado de su zona de confort, de la vida que conocía, y lo
re sí, movidos por una brisa casi imperceptible. El aire aquí tenía una sensación extraña, como si las propias sombras estuvieran
he, -dijo Valin, su voz grave re
A lo lejos, la luna llena comenzaba a asomar en el cielo, bañando todo con una luz plateada que parecía reflejar u
-preguntó finalmente,
on una ligera sonrisa, pero sus ojos, oscuros y ll
nada por la corrupción del rey de las sombras. En este lugar, las fronteras entre el mundo real y el reino de las sombras se desdibu
de los recuerdos de los muertos parecían flotar en el aire, ¿y cómo se suponía que podía estar seguro e
n, sin ocultar el temor que co
xpresión era grave, pero en sus ojos había una chispa de
erta. Este lugar pone a prueba a aquellos que se aventuran en él. Aquí, la magia de Eldoria todavía está viva, y
o a ellos, interesado pero aún de
rvino, su
os en sus propios traumas. Si no estás preparado, puedes caer en su trampa y perder tu camino. El miedo y la duda te rodearán.
ro ordinario, estar en el camino correcto? Aún no comprendía por completo el propósito
e. De repente, un sonido sordo y lejano, como un susurro, rompió la quietud. Aiden se tensó, mirando a su alreded
lin, y su voz, aunque tranquila, tení
reció, como una ilusión que surgió de las profundidades del bosque. Aiden parpadeó, sin poder creer lo que veía. Una mujer de cabello oscuro y ojos brillantes, vestida con ropas que
z sonó como un eco lejano
mujer, sus palabras flotando en el aire co
s no parecían sorprendidos, como si ya esperaran este encuentro. La mujer, o
mantener la calma, aunque la inquietud se
e, pero esta vez, su expr
las guardianas de Eldoria. Pero el rey de las sombras me corrompió, me
s para defenderse. Valin, sin embargo, permaneció tra
r aquí. -La voz de Valin era como un murmul
onido frío y despr
o, hechicero. Y tú sabes bien que la
eña piedra brillante de su cinturón, un talismá
oz baja, mientras sostenía el talismán frente a él. -No
nte en el aire, hasta que no quedó nada más que un susurro de viento entre los árboles. La tensión que había inv
no era más que el principio de lo que estaba por venir. Las so