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onocía la antipatía entre etnias. Una nación que sonríe en medio de la adversidad y que le brinda la mano al caído y lo trata como si fuera uno de los suyos. Eso fue lo que percibieron los esposos Mattordi al llegar al puerto de la G
su hogar. Los Montenegro gente de gran prestigio hizo
ientras que para Yeudiel una vez se quedó paralizado al ver pasar un carro negro. Observar una ambulancia era causa de pavor, no podían olvidar que los nazis utilizaban estos medios de transporte para llevar a los prisioneros a la cámara d
sufrir una nueva perdida. Luego estaba la culpa, ese sentimiento que nos los dejaba en
negocios, pero también de campo y vio en el joven extranjero a un hermano. Él pasaba seis meses en la capital trabajando
opical totalmente desconocido para ellos, la belleza natural de aquella indómita sabana, con su pueblo pintoresco de gent
e era objeto de admiración de todo el que la veía. Su gran amigo Edmundo le vendió un pequeño terreno por un valor efímero, que con el pasar de
llidos por concebir logró dar a luz a una niña de cuatro kilos y medio a la que le pusieron p
lleza era apreciada en aquellas tierras, con su cabello rubio y sus enormes ojos azul celeste, destacaba en
mor. Tanto era la pasión de Gustavo por la dulce Micaela que al cumplir la chica sus dieciocho primaveras le pidió matrimonio, ella sin dudarlo aceptó. A los pocos meses se celebró la bod
se va a casar con el be
anita, esos dos se pusieron a invent
que le hi
ealmente ocurría era que el amor verdadero y único
s en el tiempo que nadaban todas las tardes en el río desde que eran unos chiquillos o cuando ya adolescentes se enfrascaban en una contienda jugando ajedrez y que continuamente terminaban
con ímpetu, así era ella, ardiente, fogosa, le costaba dominarse y no hacerla suya en ese cor
ven se había ido un momento a la coci
uel beso con la mis
mañana, quiero hacerte
son
ón estarán abiertas esta noch
se coló en la recámara de la joven y disfruta
, todos los habitantes de los alrededores se sentaron
ermoso traje de novia largo con una
velo y corona, fin de mundo y eso
queños no tienen
capital ha venido al
rica
as que
ustavo, para mí que lo es
rse con las tierras del alemán y por
ás jó
hacha - ya hablé con mi taita* para irme a la capital, allá me
de la que estaba enamorado y la manera que tenía de demostrarle su cariño era i
conseguir un marido ric
iznado conversaban, mientras contemplaba la
es, el alcohol no faltó y los aperitivos sobraron. Todos lo
*
egalaron un viaje para Francia. Micaela se despidió de ellos sin poder controlar el llanto, era
que se veía en aquel pueblito. Una vez el equipaje estaba listo, Gustavo giró la manilla que se encontraba en la parte frontal del carro, luego s
o nuevo Gustavo no tenía idea de cómo funcionaba, ya que era muy diferente a los que había ma
egría le duró muy poco a Micaela al observar quiénes eran los que venían, tuvo un mal pre
das o siempre salir bien arreglado, usualmente poco dedicado
perficial, pretenciosa y que denota
tiene el ca
se alude