ras a
como bien sabía por experiencia los Habitantes de los otros Reflejos de la Tierra nunca eran tan considerados. Que va, lo
esé a usar una camiseta de algodón verde oliva, lo cierto era que estaba empapada en sudor. El calor sofocante de una tarde de verano en Cuba, y para
calor, más ca
tábamos en infiern
ba los hermosos cielos despejados de una isla caribeña. Nop, lo que vi
tra nube
ría ser más fres
ro lado del Pliegue y en el Enclave Iluminatis, donde gracias a la tecnología y a la ciencia Arcana, el clima y las temperaturas eran mucho más benignas en
lado. Un escalofrío subió y bajó por mi columna vertebral
ción la etiqueta en la botella, y con s
e tentada a beber de la botella, pero como en poco tendría compañía me dejé de beberías y saqué las
pausa r
a a ninguna de las políticas, amores u odios que atan a mis primos, los Mundanos. Humanos que a diferencia de
mbre del Reflejo ocupado por nosotros, Iluminatis y Mun
engua y garganta en su camino a mi estómago, donde se asentó al igual que un puñetazo
ero aun así me serv
fuente. Niños de todas las tonalidades de piel. Blancos,
sofisticados de alta tecnología con diversas funciones- y entre un código en este. Conmigo como centro y a una distancia de doce
también la evitarían inconscientemente, tampoco encontrarían nada fuera de lugar. Con ojos tranquilos observe la lige
uy pronto retomaron su juego como si nada hubiese pasado. Este hizo una pausa, luego se enfrentó a mi mirada d
ro y lo estudié, mirando más allá del Gla
había bejucos y ramitas trenzados en estas, confiriéndole un aspecto salvaje. El niño aparentaba tener unos ocho o nueve años, pero yo lo sabía mejor
a por mí,
. Me gusta creer que no era como otros mercenarios, tontos como burros y tercos como una mula
"Se atrapan más moscas con miel
é-. No hay razón para de
como había hecho yo al principio y asintió. Le a
, la copa a centímetros de sus
brada a que la gente se fijase en mi cabello rojo natural, mis o
más, en vez de eso se bebió de un tragó la copa
ncliné mi copa en su direcció
anos charlando al caminar, el claxon y los pitidos del transporte público como música de fond
¿no? -dijo, abriendo la b
comencé a
e, o de sangre o de fuego. Era ladrón de monedas y de ropa, y de comidas y de toda clase de objetos, pero lo que más le gustaba
tante. Sus ojos brillaron
, muchas más. Los güijes somos muchos y t
miento de hombros
mueca-. Devuélvelos y el Tribunal está dispu
güije ladrón de niños me enseñó los d
dose en máscaras demoníacas. Uñas reformándose en garras apuntaron en mi dirección, esperan
timo trago
ra la diploma
y su casi güijera –los niños aun podían s
se aferraban a mi como si de una segunda piel se tratara. Saqué mis blasters de sus fundas en la armadura al mismo. Por suerte, había sido lo suf
cho, comenc
eron una ráfaga de energía pura y concentrada. Al instante l
ausa, deteniendo su
los querí
idado, tan solo
an suavemente. Podía sentir como los efectos del poder del güije lentamente remitían
. Las trenzas en su cabello se revolvi
ters y movía el dial de 'aturdir' a 'matar.' Él tuvo su oportunidad y la rechazó, lo qu
Un agujero apareció donde segundos antes
oblema! Pensé apr
, siempre consciente del ajustado capital del país solía emitir una orden
de perder
las que las ganaba e incluso si era un pequeño agujero, con
dici
ó igual que u
ue ni siquiera tengo dere
nte y bastante perturbador, de esos que t
mis oídos lastimados, caí sobre mis rodi
sa, mucho antes de que me alcanzara. Parpadeé como ternero atolondrado luego de darse un p
. No lo
que Neo habría estado orgulloso de mí" y disparé incluso antes tocar el pavimento. El güije me dio una mira
a, observé durante todo un minuto el atardecer santiaguero. El sol comenzaba a declinar, las sombras lentamente arrastrándose por los ri
manos apoyadas en mis rodillas decidí que lo próximo
andares de borracha, me acerqué a la base de la fuente otra vez. Los ojos de Abel
por hoy. - Me comprometí con seriedad, pero su mirada no
nzaba a hablar con una est
cada vez más clara
de mi cuerpo saltaron firmes y maldije como toda una guaricandilla de barrio m
a funcionar- de un compartimiento de mis pantalones. Mila
saludo y yo seguí presentándom
te sus educadas y
en silencio paciencia. Malditos burócratas-. Pero quería reportar que
n un asunto serio. Nadie quería a un mundano cruzando
el teléfono y luego com
moria de esos días de las mentes de los niños. Por el güije, ni me preocupé
, mirando el montón de cenizas donde antes
o lugar, cansada hasta los huesos y me dispuse a te
n día norma