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Historia

Capítulo 2 Un día normal de trabajo

Palabras:2373    |    Actualizado en: 10/01/2023

ras a

como bien sabía por experiencia los Habitantes de los otros Reflejos de la Tierra nunca eran tan considerados. Que va, lo

esé a usar una camiseta de algodón verde oliva, lo cierto era que estaba empapada en sudor. El calor sofocante de una tarde de verano en Cuba, y para

calor, más ca

tábamos en infiern

ba los hermosos cielos despejados de una isla caribeña. Nop, lo que vi

tra nube

ría ser más fres

ro lado del Pliegue y en el Enclave Iluminatis, donde gracias a la tecnología y a la ciencia Arcana, el clima y las temperaturas eran mucho más benignas en

lado. Un escalofrío subió y bajó por mi columna vertebral

ción la etiqueta en la botella, y con s

e tentada a beber de la botella, pero como en poco tendría compañía me dejé de beberías y saqué las

pausa r

a a ninguna de las políticas, amores u odios que atan a mis primos, los Mundanos. Humanos que a diferencia de

mbre del Reflejo ocupado por nosotros, Iluminatis y Mun

engua y garganta en su camino a mi estómago, donde se asentó al igual que un puñetazo

ero aun así me serv

fuente. Niños de todas las tonalidades de piel. Blancos,

sofisticados de alta tecnología con diversas funciones- y entre un código en este. Conmigo como centro y a una distancia de doce

también la evitarían inconscientemente, tampoco encontrarían nada fuera de lugar. Con ojos tranquilos observe la lige

uy pronto retomaron su juego como si nada hubiese pasado. Este hizo una pausa, luego se enfrentó a mi mirada d

ro y lo estudié, mirando más allá del Gla

había bejucos y ramitas trenzados en estas, confiriéndole un aspecto salvaje. El niño aparentaba tener unos ocho o nueve años, pero yo lo sabía mejor

a por mí,

. Me gusta creer que no era como otros mercenarios, tontos como burros y tercos como una mula

"Se atrapan más moscas con miel

é-. No hay razón para de

como había hecho yo al principio y asintió. Le a

, la copa a centímetros de sus

brada a que la gente se fijase en mi cabello rojo natural, mis o

más, en vez de eso se bebió de un tragó la copa

ncliné mi copa en su direcció

anos charlando al caminar, el claxon y los pitidos del transporte público como música de fond

¿no? -dijo, abriendo la b

comencé a

e, o de sangre o de fuego. Era ladrón de monedas y de ropa, y de comidas y de toda clase de objetos, pero lo que más le gustaba

tante. Sus ojos brillaron

, muchas más. Los güijes somos muchos y t

miento de hombros

mueca-. Devuélvelos y el Tribunal está dispu

güije ladrón de niños me enseñó los d

dose en máscaras demoníacas. Uñas reformándose en garras apuntaron en mi dirección, esperan

timo trago

ra la diploma

y su casi güijera –los niños aun podían s

se aferraban a mi como si de una segunda piel se tratara. Saqué mis blasters de sus fundas en la armadura al mismo. Por suerte, había sido lo suf

cho, comenc

eron una ráfaga de energía pura y concentrada. Al instante l

ausa, deteniendo su

los querí

idado, tan solo

an suavemente. Podía sentir como los efectos del poder del güije lentamente remitían

. Las trenzas en su cabello se revolvi

ters y movía el dial de 'aturdir' a 'matar.' Él tuvo su oportunidad y la rechazó, lo qu

Un agujero apareció donde segundos antes

oblema! Pensé apr

, siempre consciente del ajustado capital del país solía emitir una orden

de perder

las que las ganaba e incluso si era un pequeño agujero, con

dici

ó igual que u

ue ni siquiera tengo dere

nte y bastante perturbador, de esos que t

mis oídos lastimados, caí sobre mis rodi

sa, mucho antes de que me alcanzara. Parpadeé como ternero atolondrado luego de darse un p

. No lo

que Neo habría estado orgulloso de mí" y disparé incluso antes tocar el pavimento. El güije me dio una mira

a, observé durante todo un minuto el atardecer santiaguero. El sol comenzaba a declinar, las sombras lentamente arrastrándose por los ri

manos apoyadas en mis rodillas decidí que lo próximo

andares de borracha, me acerqué a la base de la fuente otra vez. Los ojos de Abel

por hoy. - Me comprometí con seriedad, pero su mirada no

nzaba a hablar con una est

cada vez más clara

de mi cuerpo saltaron firmes y maldije como toda una guaricandilla de barrio m

a funcionar- de un compartimiento de mis pantalones. Mila

saludo y yo seguí presentándom

te sus educadas y

en silencio paciencia. Malditos burócratas-. Pero quería reportar que

n un asunto serio. Nadie quería a un mundano cruzando

el teléfono y luego com

moria de esos días de las mentes de los niños. Por el güije, ni me preocupé

, mirando el montón de cenizas donde antes

o lugar, cansada hasta los huesos y me dispuse a te

n día norma

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