piso 45, Alejandro Rodríguez observaba la escena con la serenidad de alguien acostumbrado a contemplar la ciudad desde arriba. Su imperio, la cadena de hoteles de lujo Ro
aba en el siguiente paso: expand
personas, sus deseos, sus debilidades, lo había convertido en uno de los empresarios más astutos y respetados del sector. Nadie se atrevía a desafia
e él. Miró su teléfono móvil cuando sonó, interrumpiendo sus pensamientos. El nombre en la pantalla era el de Laura Fernández, su asistente personal, alguien en quien confiaba pl
oticias -dijo Laura, con u
o, sintiendo un n
ha p
l gerente de operaci
co resonó e
as palabras no pudieran tener s
a ha confirmado la causa. Parece que saltó des
o había sido uno de sus empleados más cercanos, un hombre leal, eficiente y discre
eguntó, su voz toman
y extraña, Alejandro. Había referencias a algo que no comprendemos. La polic
¿Cómo? Esto n
ece que la situación es más complicada de lo que pare
en la oficina hasta ta
ragedia personal, no debería haberlo afectado de esa manera. Pero no podía quitarse de la cabeza las palabras de Laura. ¿Qué querría decir la
ar rápidamente, repasando la última vez que había hablado con Rodrigo. Habían tenido una reunión hacía solo unas semanas. Era una conversación rutinaria sobre el esta
ría ser? Alejandro había construido su empresa rodeado de personas e
pensamientos. Esta vez era un mensaj
odo lo que has construido se derrumbe, es hora de que enfrentes
o cargada de una amenaza implícita que lo hizo sentir vulnerable por primera vez en mucho tiempo. Su men
de la empresa, algo que él había hecho años atrás, antes de alcanzar la cima. La confusión se transformó en miedo. Nadie más sabía sobre aquello. Nadie más
ber más sobre la muerte de Rodrigo, sobre esa extraña nota. La policía segu
mpleados cercanos. Todo parecía en orden, pero las inquietudes no desaparecían. Estaba convencido de
abía dejado de lado durante años. Los nombres, los contratos, los acuerdos. Nada parecía fuera de lugar, pero
e apareció en su pantalla.
el momento de pagarlo. No creas que este es solo un juego. Tienes hasta
ba acechando. Alguien dentro de su propia organización. Y mientras él estaba ocupado con su invest
con tanto esfuerzo, estaba al borde del colapso. Y lo