es, informes de proyectos, y algunas respuestas a solicitudes que él mismo había hecho. Sin embargo, algo en su interior le decía que debía haber algo más, algo que se le escapaba.
an suavemente, iluminando el lugar con un resplandor grisáceo. Se sentó frente a la mesa de cristal, observando las sillas vacías de aquellos que s
número de Laura. La asistente no tardó en
e sorprendida de que aún estu
Rodrigo con el resto de la junta directiva. En especial, quiero ver si alguna vez tuvo un de
es que hable con l
discretas. Hazlo en segundo plano, sin que na
nte, sintiendo la tensió
o, estaré
e no lo dejaba descansar. Había demasiadas piezas dispersas, demasiados cabos sueltos. Pero lo peor de todo era que nadie parecía saber nada. N
que un simple subordinado. Lo había conocido durante los primeros días del crecimiento de la cadena de hoteles, cuando ambos luchaban por expandirse en mercad
bía construido a lo largo de los años, que había sido su legado, se sentía ahora como una estructura frágil, construida sobre
ono vibró sobre la mesa. Miró la pantalla y vio el
-preguntó, anticipá
ave de la junta directiva. No es mucho, pero es lo primero que se menciona en sus correos electrónicos. Al principio, parecía una discusión trivial sobre
o en seco, procesa
ondos? ¿Cómo es posible
correos que menciona algo sobre una inversión falli
nadie más teng
tente había mencionado. En cuanto lo descargó, vio que era un informe financiero detallado de una inversión que nunca había llegado a p
que no figuraba en ninguna de las cuentas oficiales. Había un pago irregular, un pequeño monto que no se correspondía
fondo, su teléfono vibró nuevamente. Era un mensaje,
ro. Ya no hay marcha atrás. Si quieres salvar lo
ferían a la empresa, sino a él personalmente. Era como si alguien estuviera siguiéndolo, observando cada uno de sus mo
, ahora estaba en peligro. Y lo peor de todo era que no sabía de quién podía confiar. Rodrigo, su más cercano aliado,
e ellos, ni siquiera los más cercanos, parecía estar libre de sospecha. No podía dejar que esto se convirtiera en una crisis
edo y la ansiedad lo mantenían despierto. Tomó su abrigo y salió de la oficina, decidido