ras se quitaba los pendientes, dejando que el silencio se instalara entre ellos. El vestido de novia seguía
sirvió un trago en la barra del minibar. Bebió s
lo impecable -comentó
ó levemente
la función ha terminado, po
la mesa de cristal y se
ividir la habitación co
onrió con
neas imaginaria
ó una brev
e aceptó este matrimonio s
r tú -replicó ella, si
s se encontraron, midiendo fuerzas. No había ter
estidor, dejando el ramo
imonio, Tomás. Si nos comportamos con inteligencia, podemos ma
en la pared y la ob
un matrimonio s
ometerse en la del otro -aclaró ella, quitándose los tacones-.
intió le
a raz
miró con
ado raz
e mi buen
lo que tenga q
ó con ar
es
dir más. Tomás, por su parte, terminó su whisky y se desabr
ón, pactos de conveniencia... pero algo en él le
prensa no les daba tregua, publicando cada movimiento s
OS MONCADA Y LOS BECERRA
S DE LA LUNA DE MIE
miel. Tras la boda, cada uno se sumergió en su propio mundo de negoc
bía un
raía consigo la inev
entado una estrategia de expansión para su empresa, una que requería ciertos ajustes financiero
jo él con su tono calculado-. Los ri
sonrisa impeca
mo cuando tu empresa utilizó es
pable. Los inversionistas se
ciones del mercado han c
brillante, pensaría que no estás
mirada por un
i capacidad de a
la mía,
didas diplomáticas, pero en cuanto estuvieron solo
eso? -soltó Tomás,
do intentas opacarme en público
mento de hace
ontradigas frente
de la ciudad, pero dentro de la
ste matrimonio no serás tú la
rió co
ara ser tu sombra, Tomás, enton
tensidad antes de bajar sin decir más. Valeria lo siguió, mante
líde
ades inque
o matr
ara que todo estallara