ncones de callejones olvidados. Eva González apretó los dientes mientras caminaba a paso firme, su silueta recortada contra los destellos del faro
uturo y hasta su nombre. Ahora, la gente la conocía como "La Doña," una mujer que había renac
a familia poseía. Mientras ella recogía las cosechas bajo el sol abrasador, él la había mirado con una curiosidad que rápidamente se convirtió en algo más. Vicente, con su sonrisa fácil y su porte elegan
isión. Para ellos, Eva era una mancha en su linaje, una intrusa que nunca sería bienvenida en su mundo de privilegios y pode
puño de hierro. Eva había esperado pacientemente, tejió una red de aliados y traidores, cada movimiento calculado como una pieza en su tablero de ajedrez
la esposa de Salcedo el día en que firmó su sentencia. Eva dejó escapar una risa amarga mientras
sombras, un hombre con una cicatriz que le cruzaba el ros
Eva. Esta noche da
os Salcedo, su mente dividida entre los recue
voz tan afilada como el cuchillo qu
a su aliada, y esa noche, la justi
hablando defendiendo a Eva de su familia. De pronto, Eva se retirab
tar a tus familias-
humillaran. De esa ma
Pero no lo ví necesa
sto. Pero no es el momento de p
an imbécil no soy Vicente- d
nada- dij
ós, me tengo qu
labra de Vicente se repetía en su mente como un eco. Sentía rabia, pero también al
s sombras de la noche. Su mente era un torbellino. Quería explicarse, quería que E
con fuerza. Algo en Vicente la descolocaba, como si hubiera más detrás de sus palabras de l
icente? ¿Por qué
Eva giró rápidamente, lista para enfrentarse al desconocido. Pero era
sí -dijo con voz firme-. Ha
e brazos. -¿Y qué es tan important
a punto de confesar su amor hacia Eva. -No es una e
labios.-¿Ah, dígame lo que me va a dec
e me pasa cuando estoy contigo
o mismos- dijo Eva
e de mi familia vivamos los nuestros- dijo Vicente
Un prestigioso hotel a Nancy la ex prometida de su hijo Vicente, po