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Historia

Capítulo 3 El sufrimiento

Palabras:1001    |    Actualizado en: 03/04/2025

la ventana y ver a Vicente bajando del vehículo, su corazón comenzó a latir con fuerza. Pero detrás de

os hombres. Uno de ellos lo empujó contra el coche y le exigió que se fuera.

or favor!- gritó. El corazón de Vicente se llenó de rabi

hombres y Vicente. La situación estaba a punto de escalar. Nancy había s

cuerpo. -¡Basta!- exclamó, su voz temblorosa pero deci

Contigo?- repitió con sarcasmo. -No me hagas reír, Eva. Solo estam

su sombra!- respondió Eva con firmeza, encontr

r y liberar uno de sus brazos. Con un movimiento rápido, empujó al agresor hacia un costado, logra

rada oscura, pero no contaba con que la determinación de Eva y

ue no tiene poder sobre nosotros- continuó

"El Gavilán" retrocedió, guardando el cuchillo bajo su chaqueta. -Esto no termina aquí- murmuró antes de su

rándola con intensidad.te, Eva. Est

asintió. -Lo enfrentaremos junt

persona no desaparecería tan fácilmente. El enfrentamiento apen

ombre comprometido no iba estar. A lo que Vicente no enten

, tu cambio tan repetino.- dij

o Eva con lágri

sin casita. Teresa, citaba a Nancy en el Sambil, frente de una tienda de ropas

nquistar a Vicente, su hijo es

con otro plan.- dijo Ter

s.- dijo Nancy c

a, ya tengo los hombres quienes va hac

luz tenue de los faroles, su mente no dejaba de darle vueltas a las palabras de Eva. ¿Qué estaba ocultando? ¿Por q

co plan sentadas en la elegante cafetería del centro co

-dijo Teresa, inclinándose hacia Nancy con una mirada implacable-.

asintió. El brillo de la ambición supera

llorar. Sabía que había tomado la decisión correcta al alejar a Vicente, pero eso no hacía el dolor más llevadero. De r

-preguntó Eva con

a sombra moviéndose lentamente por el pasillo. El corazón de E

algo extraño: una camioneta negra estacionada cerca de la entrada y las luces del interior de la casa apagadas. Su i

, entrando ap

s sujetando un bate de béisbol. Sin pensarlo dos veces, Vicente tomó un jarrón del pasillo

ara correr hacia Vicente, mientras los hombres enmascarados gritab

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