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Historia

Capítulo 4 Nuevo desplante

Palabras:1553    |    Actualizado en: 12/03/2025

recordar y tenía razón. J

ma? -afirmó-. ¿Po

llama Tierra? -Se

endí, d

a la gallina le dicen gallina, porque al comp

la persona más influye

s por solicitud de la Energía, la misma de la que tanto h

omún, pisotea a la naturaleza como si fuera territorio propio, como si el mundo fuera de ellos cuando es

eresante la

más, aún n

el sótano, realicé un mohín de frustració

al mundo. Nos acercamos al abismo irreversible de la destrucción. Tal vez mi

e la Tierra tenga

los humanos no hacen lo que tú haces. A ti se te revelarán, conocerás tus capacidades,

s se nos revela información muy antigua. -Me explicó-, nos revelan magia, yo

estilo de vida, se dejó llevar por la envidia, la codicia y el deseo de poder. Debes saber de ellos para combati

to? No se encuentran preparados. -suspiré-. Nuestro hogar es diferente cariño,

¿Estoy destinada a un sol

o, él es diferent

pasa c

más. -cortó

levas a conocer m

ebes permanecer en la Tierra hasta tu cumpl

e de mis sueños, perfecto

r atractivo. Sí... No te burles porque será tu soberano, hace mucho no lo veo, tal vez ya ni lo conozca, debió cambia

ilia con mucha nostalgia. -Se puso nervio

n su vida de ser necesario! -sonreí, ella se

, espero terminar convertida en una reina de be

camisetas grandes de niño, tendrías a miles de jóven

cida conmigo, por eso varía el orden con el fin de no repetir la misma ropa. Al ser promovida ahora estaba en el último año, aún no lograba adapt

nados en el salón. Las burlas por ser diferente, el cerebrito andando. He de reconocer lo incó

buela. Nos vemo

llegado tarde a la escuela, era de las primeras en el aula, así evitaba una gra

rgía divina

n un escudo ante los accidentes. Estaba tan acostumbrada a ese gesto. Era una de las pocas personas que no traían auto a la escuela. Cuando ingresé al instituto, fui direc

Ho

i estadía en la escuela, por eso no le pre

vecina, me alegra que asistas a la

n cambio alguno y gracias a Dios no le ofrecí la mano. Su expresión

ada más querí

iendo ayuda, sé

ello. ¡Qué vergüenza!, sentí pena conmigo misma. El corazón palpitó de form

y amable,

encuentro, porque sí era una tremenda idiotez. No contesté, por lo poco que lo traté evidenció su arrogancia. Era el típico idiota presumido. Seguí el camino en dirección al aula, reprimí las extrañas ganas que me di

s y dos, porque era la primera en terminar los exámenes. El salón se fue llenando y cuando la mayoría de los estudiantes ingresaron en grupo,

ente con lo acontecido hace unos minutos. Tomó el puesto diagonal a tres sillas detrás del mío. La clase comenzó con el examen de química del profesor Sam, lo resolví en quince minutos, me leva

ó cerebrito

i estuviera conteniendo la risa. Volví a avergonzarme, el calor se subió a mi rostro de nuevo. Hoy no era mi día, la protecció

rar alrededor suyo. En cuestión de horas fue acosado por las mujeres, y a los chicos tratando de congeniar con él. En tiempo récord creó un grupo liderado, vaya

to, preguntó-. ¿Ya viste el nuevo espécimen e integran

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