Punto
evantó la cabeza y me miró con ojos soñolientos. Mi gatita
en un ensueño y, así de repente, me ahogué en ella. Sus sonrisas tenían una forma de hacer que mi corazón se detuviera y luego latiera con un rit
ol
eran casi tan naturales como los de los demás. Por la forma en que Verónica pronunci
astrada si hablaba demasiado rápido. También noté que ahora siempre se ponía la mano sobre la garganta mientras hablaba. Verónica dijo que eso la ayudab
que tanto había aprendido a adorar. Me seguían incluso en sueños, burlán
evas aquí?- pregun
spertarte. -Retiré los mechones de pelo sueltos de su frente. Cuando los coloqu
esarle la frente. Mis labios se quedaron al
abios en mi pecho a través de mi camisa. Me dio un beso allí antes de meter su rostro en mi
teníamos ahora, viviendo el momento, robando pequeños trocitos de felicidad. Era peligr
e hacia ella de rodillas, como un maldito pecador en la iglesia, rogando por misericordia. Sin embargo
o corrupción, san
za. Cuando depositó otro beso en el costado de mi cuello, sobre mi vena palpitante, sonreí. Me encantaba la forma e
a tarareó en respuesta. En mis brazos, ella era
y largarme de esta maldita urbanización. Que se jodan todos los
y parecía pensativa mientras me observaba. -Estás en silencio. Tu ros
tre mis manos y pasé mi pulgar sobre sus labios. Se separaron con un pe
u sonrisa. -Mi confesión susu
doliera, antes de abrirlos de nuevo. Mi mirada se cruzó con la suy
ás. Nuestro día llegará, V
spuesta, casi como si su cordura depe
o fue todo lo que ella necesitó. -S
. Sus ojos se abrieron y me miró a l
ida incluso para mis propios oídos. Apreté la mandíbula, luchando contra e
ue mi agarre no la lastimaría ni le causaría ninguna molestia. Mantení
me observó con gran atención mientra
stremeció encima de mí. Sus ojos tenían un dejo de calor y una nece
nué, rozando ligeramente los
ero no fue sufi
oírte
ó ante mi exigenc
beso fuerte, fue dulce, como ella. Al principio pareció sor
contra el mío. Fuerte y un poco f
mbre como si fuera u
que me importara. Yo era un hombre malo y había hecho todas las cosas malas... todas las cosas pr
a, con mucho
o de sus palabras, hambriento d
oy tuya,
abios. Ella gimió durante el beso. Cuando
arte, para acaricia