ñas me rasparon la nuca antes de ahuecar mi cabeza. Sus dedos rec
taba detrás de ella. Miré fijam
lla. Su pecho se agitó y su mirada se suavizó. -Velbert, esto
: -Él solo me hizo darle placer. Eso es todo. No me usó de o
xactamente lo que quería decir. Casi p
las levanté para acariciar sus suaves mejillas. Se me hizo un n
mos no... contaminarnos? Siento que si lo ponemos entre nosotros, si hablamos de él, de alguna manera nos
hablando. El silencio se prolongó entre nosotros, sus pala
o con los brazos. Nuestros labios se encontraron un
o tierno lleno de promesas. Ella me d
aría su fin en mis manos. Lo haría sangra
s en nues
promesa s
me
a Punto
ecirlas. Sus acciones hablaban más alto, sus besos me contaban su
ent
le
a historia se desarrollaría más allá de esas cuatro pared
a robarle el aliento. Él había dejado su huella en mi alma y yo que
r apoyar su frente contra la mía. Su pecho se agitó y sus
ra. Algunos días parecía desquiciado, una bestia que arañaba desde lo más profundo. Tenía el poder de aplastar el cuello de alguien con
la sangre, y luego clavaba el cuchillo con precisión. Una muerte limpia. Aunque tenía la sensación de que a veces le gustaba el