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Historia

Capítulo 2 Muerte

Palabras:1159    |    Actualizado en: 19/02/2025

candalosos disfrazado de broma, Raúl,

dente. Román ha muerto -afirmó, con sus br

n duda había ocurrido un accidente y ella lo llevaba encima. Nerviosa, se lamió los labios secos

cordias" del Mayor Orbert antes de que la oscuridad la

de qué había pasado, solo era consciente del fuerte brazo alrededor de sus hombros

nte egoísta, levantó la cabeza y se soltó del abrazo protector de Raúl para sentarse tensa en el borde del sofá, con las manos entrelazadas en el regazo. Miró a su padre, que estaba sentado a su lado,

eguntó ella con

ande y las apretó suavemente mientras respondí

llorar, pero las lágrima

malidad y, encogiéndose de hombros, se sentó

Clara. ¿Estás bien? Eso

bert estaba sentado en la silla de respaldo duro detrás de su escritorio, mientras que Raúl, su padre y ella estaban sentados en fila en el so

mejor que yo -dijo Raúl con cinismo, reclinándose contra el apoyabrazos, su largo cuerpo inclinado hacia ella, sus ojo

l. Pero no era el momento de dejarse llevar por la vergüenza y deliberadamente dirigió su at

sin señalizar. Murió en el acto. La familia había sido informada a la hora del almuerzo, pero c

ogarla. Sus hermosos ojos brillaban con lágrimas co

erido seguir. En servicio activo

desesperado de su muerte la golpeó. Román, el rubio, guapo y de ojos azules, estaba muerto. Era increíble. Estaba tan abrumada por la enormid

o? ¿Estás embarazada de

udiste encontrar -explicó mientras sus lágrimas se de

insistió Raúl con tono mordaz-. ¿De verdad estás tan desesperado com

arse en la autocompasión. Quizá hubiera perdido a su novio y estuviera embarazada, p

tiva que le lanzó a su padre antes de añadir-: Es su hija, señor Bedec. En lugar de quedarse sentado allí como si

, poniéndose de pie de un salto, se secó las

as pestañas negras como el hollín, su nariz era pequeña y recta, su boca era de labios gruesos y suavemente curvada. Vestida con un sencillo suéter de cachemira azul, una falda corta recta del mismo color que terminaba unos diez centímetros p

cuerpo desde el sofá y, con un paso ágil, se colocó a su lado-. Dé

sa. Recordaba con mucha claridad la última vez que la había llevado a la granja. Había deja

onducir. -Se volvió para mirar a su padre

e su brazo. -No seas estúpida, Clara

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