ció congelarse a mi alrededor, y mis piernas temblaron mientras intentaba procesar lo que acababa de decir. ¿Cómo lo sabía? ¿Desde cuándo? Mi mente era un
ridícula incluso para mí. - Soy Elena Carter, de la Universidad. Ac
te, sus ojos grises clavados en mí como si pud
confunda los detalles. Y tú... tú no eres periodista.
mi nombre? No se lo había dicho a nadie en ese edificio. Ni siquiera a la recepcionista. Mi cabeza era
calma que me erizó la piel, señalan
raicionaron y obedecieron. Me senté, rígida, mientras él tomaba asiento al otro lado del
é al fin, mi voz apenas un susurr
sa curva de sus labios. Era la sonrisa de al
ter tiene un perfil claro: artículos en revistas estudiantiles, una foto en la página de la Universidad. Tú, en cambio... - Hizo una pausa, i
, sintiendo cómo el páni
abía llegado a su cita. Me dijeron que estaba enferma. Curioso, ¿no? Que una
y él lo sabía. Pero aun en medio del miedo
unté. - Si sabía que no era ella, ¿po
lla, observándome con esa cal
n la audacia, incluso cuando está mal ejecutada. Y tú, Valeria,
ada o humillada. Solo sab
dije, mi voz temblando. - ¿Llamar a
como si la idea le
esta? No, Valeria. No voy a hacer nad
ceño, desc
a pro
a recta proyectando una autoridad casi tangible. - Verás, hay algo en ti que me atrae. No solo tu audacia, sino... tú. Ha
¿Qué estaba diciendo? Mi corazón latía con fuerza
articular, mi voz más a
vez vi algo diferente en sus ojos
ento, por supuesto. Nada ilegal, nada que no acuerdes de antemano.
lo que esperaba. ¿Fantasías? ¿Con él? Mi mente se lle
- pregunté, mi voz tembloro
o hacia mí, su mirad
. - Un acuerdo de confidencialidad. Solo entonces te daré los de
í, incrédula. - ¿Q
slizó hacia mí, pero no la abrí. - Es para protegernos a ambos. Mis gustos no son convencion
bía levantarme y salir de allí. Pero mis manos temblaban, y mis ojos volvieron a él, buscando alguna s
levantándome de la silla con torpe
me. - No tienes que decidir ahora. Pero la
ntiendo cómo el páni
, dando un paso hacia la puerta
lamó él, pero
uando entré, y presioné el botón del vestíbulo con dedos temblorosos. Mientras descendía, mi mente era un caos. ¿Qué acababa de pasar? Alexande
a: "Mis gustos no son convencionales." No sabía qué significaba eso, y no estaba segura de querer saberlo. T
ciudad me envolvía, una parte de mí -una pequeña, traicionera parte-