a Leo
s de la familia siempre me dieron asco. Lo único que realmente me importaba era mi trabajo como Ginecoobstetra en un h
cedencia hasta que, hace dos
fesional admirado y querido por todos mis paci
obre todo, de Basima. Ella es demasiado perfecta para caer en las garras de alguno de ellos. Lo que más me llama la atención n
ma me mira asustada. Aunque quiere parecer valiente, las lágrimas empañan sus ojos c
guna vez a ver a su madre? -insiste en hacer
titubear, como si su desesp
r de esposas relucientes. Para poder descans
quiere
has entendido perfecta
as esconde las mano
ordenando! ¡Acuéstate en la cama y co
a apoderarse
por f
o. Las lágrimas se le
ra convencerme a mí mismo de no
las esposas. Suenan al chocar entre sí porque estoy temblando. Actúo como un
ana enrejada. No sé si pretende montar una escena con much
ita con el viento que se cuela
. Esto no me suceder
agarre de mis manos. No protesta por los arañazos que le produ
la como una niña malcr
su boca. Aprieto a la muchacha contra mí, tratando de calmar
ula en mi carne. Mi sangre corre desde la
o estoy haciéndole frente a una mujer, sino a una f
¡Suéltame, besti
ndré fácil. -afirma, sin darse cuenta d
y le obligo a colocar uno de los brazos por detrás de la espalda. Luego, lo
go, no lo hace de una forma lógica, sino como cu
ue me ha dejado en la palma de la man
a. Me dejará una enorme cicatriz -le digo con
s. Coser a otras personas, para mí, es algo sencil
na. -Basima se hace la importante, aunque no deja de mir
en hacérmelo saber. -Trato de sonreír par
ferente a un secuestrador y vio
osible que esta mujer conozca mi pasado, pero mi presente es muy dife
emasiado común. Ningún hombre, en su sano juicio, se sentiría atraído por mí. Es eso lo
ha recuperado su seguridad. H
o. En realidad, no eres
escog
o de decir, pero ella se me adel
enos coquetee con Basima, será más sencillo reg
tu gusto. -Repite, bu
guirá tan f
dicho eso
ran mentira. Me encantan las
aste a tus hombres que yo no tenía la portentosa
palabras que solté en un momento de puro
al, un salvaje, un patán que no merece el perdón de Dios. Odio a todos los de tu clase. Te odio
e chispean, la postura agresiva, su resp
o mantenerme firme. No puedo ceder espacio.
eres una víctima de mis palabras, sino de ti misma! -Le suelto con prisa.- Eres quien ha
ces. -Se pone a la defensiva, aunque s
en una
-Me apresuro
ostro. Eso has di
is palabras. Ella tiene
para continuar discutiendo
no sepa de ustedes. Nunca había visto una foto de tu rostro porque, aunque vives en España, no has dejado de ocultarte de los hombres que trabaja
e traficantes de mujeres? ¿Sabes que fui violada de una forma cruel y salvaje durante varios días? ¿También sabes que los golpe
evando su lacio pelo completament
orrido por el llanto. Las manchas negras,
con orgullo, la nariz respingada, y me
ies para ser más alta de lo que ya es, a pesar de que debe med
de mi camisa. Tengo que terminar con esta escena cuanto
daño, Basima - le
í, que haga conmigo una esp
í de nuestro hogar, de la familia? ¿No nos has arrastrado por los campos e
aven en mi interior. Ella tiene razón, pero no puedo dárse
alrededor, buscando una manera de escapar. Afuera de la casa, están mis hombres, los mismos hombres que trataron de matarte hoy en la tarde. Si yo fuese tú,
hacia ella con las emo