img Yo soy mía (Saga Soy)  /  Capítulo 1 A punta de pistola | 5.88%
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Historia
Yo soy mía (Saga Soy)

Yo soy mía (Saga Soy)

Autor: Liz Por
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Capítulo 1 A punta de pistola

Palabras:1210    |    Actualizado en: 20/11/2024

paz. Digo aparentemente porque siempre vigilamos por encim

raza. Su esposo Amhed siempre está pendiente de

razón se ha vuelto de piedra. Yo

s, tía Basima?

vuelta a la realidad. Estos momentos co

ío mientras me le acerco muy len

nos va el tiempo. Los guardias que nos observan deben p

la muerta es uno de nuestros pasatiempos preferidos. Aunque Jasman sabe que no es cierto, siempre me s

merosa de que mis pesadillas m

los sostiene a mi sobrino por los aires. Con una de sus enormes manos tapa l

en la garganta. De todos modos, aunque lograse gritar, dudo qu

miro? -pregunta el hombre, que s

Me recuerdan a aquellos malhechores qu

ertidas, Pedro -responde el otr

unque hemos abandonado Arabia y sus costumbres para instalarnos por complet

e como u

la mente. Ha dicho justo l

xo con ella hasta que el coño se le rompa en pedazos.

e clavan en el bulto de s

atrás, tratando de alejarme, pero pierdo el equilibrio y caigo sobre

e mí y se abre paso a

o forc

is uñas afilada

vuelvo como f

ta por completo al mío

más. Lo peor es que ser

ada a la entrepierna del hombre y logro hacerle a un lado. A toda velocidad, me tiro al suelo y corro hacia el bandid

tropelosa, sin soltar el curtido pellejo del bandido.- Es s

l suelo y se aferra a mi cintura. Me aprieta con

rra! -afirma con furia-. Haré conti

o de mi sobrino y yo asiento sin protestar. Tem

hacia el banco. Que esos bandidos hagan de mí lo q

ue sujeta mi muñeca. Es alto, erguido y se mu

iotas? -gruñe é

la chica. ¿No se puede? -mascull

n la ausencia de estos dos en cualquier momento y vendrán hacia acá. Nuestro hombre infiltrado no les despistará eternamente. Cuando eso suceda, e

e ya no siento tanto miedo. Al pare

iero agradecerle, pero antes de qu

n a esa mujer y dejen que las

do me tiembla-. Podría serles más útil si vivo. Conmigo, el niño no les ocasio

o lo demuestro. Por amor a J

l tercero de ellos, esp

-afirma Ramiro-. De ese modo, la

da de su brazo, de dond

dió que le llevásemos al niño. Eso es lo que har

lor para cumplir la orden. Pasa un segundo, dos, tres

ca el jefe-. Será como

un instante, pienso que me defenderá, pero son solo sueños. Él

ejo! -Repite el

pa los ojos

dillas! -me o

ha llegado mi hora de morir, l

Jamás me arrodillaré d

ca aún más el

rte las malas pulgas, esas que tienes, pero lo ha ordenado Gustavo, y l

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