her
e niego a abrir los ojos. Me encuentro tan cómoda acurrucada en
es ese delicioso olor, noto un pequeño peso a los pies de mi cama y yo soy d
que hay en mi cama sea una bandeja de desayuno, llena de comida, con una pinta riquísima, que la tiene. Ta
tá semidesnudo, llevando para tapar su formidable cuerpo nada más que los pantalones de chándal que le d
ales, cuando se da cuenta, finalmente, de
na arrebatadora sonrisa de las suyas. Este chico es increíble, ¿a qué loco le
con la palma-. Ven y desayuna conmigo. Por cierto, llámame Kate, los más cercanos a
e Jay -dice sentándose en la
anzo el móvil, que se encontraba en la mesita al lado de mi cama, y veo que lo que ha llegado es un mensaje de mi madre, en el cual se disculpa por
reerlo aún sigo mirando boquiabierta la pantalla y bufo, dejando caer el móvil de nuevo do
s dedos, elevando levemente mi mentón, haciendo que lo mire directo a los ojos, e
da le r
sa cara. ¡Qué estás diciendo Katie, contrólate!, ¿hermosa cara? Sí, la tiene, pero esto es solo un contrato
culpo, lo necesita y yo lo necesito a él para no perder mi empresa, todo por lo que he luchado estos últimos años. No lo puedo tirar a la basura, por un chic
cho ajetreo en la oficina por la mañana, pero tenía que preparar una reunión importante para la tarde. Bajo a la cocina y ahí estaba Jayden, ya vestido y con todo lo q
Jayden me mira de vez en cuando,
anclada en mi cara. Suspiro-. Tienes que poder decirme abiertamente lo que quieras, si no todo esto
edarme aquí todo el día
ibre. Podemos hacer algo para lograr que te
pregunta con un
-le digo señalándolo
manos mostra
ión de niño bueno que derrite mi
s ropa de uso diario, tendrás llaves d
a yo, ¿qué pens
se implanta en mis mejillas y
de la silla mientras escucho cómo se parte de risa. Lo m
ción envolviéndose y perdiéndose con la mía. Mientras me mira, pierdo la noción del tiempo por completo, bien ha podido haber pasado un minuto, cinco o diez, pero seguro, aunque hubiese pasado una hora, me hubiese impo
ha p
*
uspiro de agotamiento, realmente hoy no tengo la cabeza para estar revisando contratos, nec
cuando estoy por terminar, Isabelle llega
at
icante-, no me digas que eso es ta
o la seriedad vuelve a su rostro, cuan
revisar yo
ices e
doy una mala mirada y ella me sonríe tímida. Sabe que quiero que me tutee. El hecho d
la tranquiliz
tiene preocupada, solo quiero que sepas
encanto,
así me dicen mis amigos -
e salga de mi despacho la detengo, se gira y me obse
o como si pensara en su propio chico. Qu
ra mí que para ella. Belle toma asiento f
Al
ercami
o y bajando las cejas y con una sonris
como desquiciada junto a mí. Es genial sentir que esa tensión qu
ar cuando recupera
, ¿qué tipo d
la, se ha quedado mirándome un rato. Cuando pensé que iba a besarme de
le ha hecho parar. No sé las circunstancias que habrá entre vosotros y tampoco pretendo que me las cuentes si no est
n lugar a dudas. Tiene razón, a lo mejor sí quería besarme, pero lo detuvo el contrato; si algo va mal y aún así está obligado a cumplir con lo que firmó, será una situación mucho más tensa. Nuestra relación deb
dándole vueltas un tiempo. ¿Qué te parecería ocuparte de más cosas, tener más papeleo? Necesito una asistente, seguirías siendo mi secretaria, pero tendrías más responsabilida
ece est
nces a
ace
, ahora a
jefa -dice
e se gira-, grazi
onríe-. Para eso
iendo hasta ella, la agarro de los hombros y
e salir, no sé qué le habrás dicho, pero anoche hice exactamente lo que me dijiste y cuando llamaron a mi puerta y vi a Hudson tan guapo y
Belle,
a con una gran sonrisa en s
que estaba y está perdidamente enamorada... Es una sensación inexplicable. Lo mejor de todo: he ganado una cuñada que es genial. Hudson estaba ciego al no ver a Belle, pero, al menos, ahora ha abierto los ojos el condenado mujeriego al