stante incómodo silencio
servándolo fijamente, esperando una reacció
onsideró cambiar de tema, optó por no dar una respuesta obv
ard, presionando por una decisión rápida. Grace se
a respuesta. ¿Tiene algún número
Edward apretó los labios, notando que
¿No ves que tu situación es precaria ahora, sin trabajo
incluso siendo desconocidos. Decidió retomar la
inesperada, le entregó una tarjeta que sacó del interior del bolsillo de su abrigo de ma
rte frontal, destacaba el nombre «E. Langford» en letras doradas y estilizadas. En la esquina inferior derecha, se encontraba el número de teléf
u rostro. Por primera vez, sintió un atisbo de duda y cuestionó si no estaba yendo demasiado lejos. No era su costumbre involucrarse en este tipo de tr
aquel acuerdo no sonaba tan descabellado si lo pensaba bien, solo era fingir ser la prometida de él, ¿quién no aceptaría serlo con todos los beneficios que le ofrecía? Luego se miró a sí misma una vez que empezó a caminar, no era una belleza, era demasiado delgada y pálida, su cabello estaba bastante descuidado.
s horas. Entró en su habitación modesta que siempre intentaba animar con algo de color o algo bonito, se sentó en la silla y levantó la pantalla de su portátil, pero un par de líneas aparecieron en ella, evitando que viera completamente el documen
su cama, abrazó la almohada y tomó una bocanada de aire para después,
quejidos de su padre. Cerró los ojos de nuevo y negó contra su almohada. Había llegado el momento de enfrentarse de nuevo a su padre y
ntra la puerta de su habitación. Ella se aferró a la almohada, pero decidió enfrent
hombre ahogado en alcohol que apenas
ta decirme para decidirte a que me vaya de aquí? He perdido mi trabajo, he sido acosada por un hombre que dice que me has dado como garan
eguntar, con la lengua floja y arrastran
ía?! ¡Soy tu hija, por Dios santo!
se deslizaron por sus pálidas mejillas. Su labio inferior tembló, sus manos se cerraron en puños y empez
as deportivas y artículos de higiene personal. Escuchó maldiciones y golpes al otro lado de la puerta, acompañados de amenazas. Sabía que era el alcohol el que lo hacía actuar así. Se detuvo frente a la puerta, ignorando esas palabras, intentó re
aciendo que casi cayera hacia atrás. Manoteó para evitar q
o en el picaporte de la puerta. Aquellas palabras terminaron de r
. -Volvió hacia la puerta y tiró del