había nadie alrededor. Mientras se ponía la filipina, escuchó murmullos. Frunció el ceño y se acercó. Al final del pasillo de casilleros, quedó boquiabi
brumadora. Entre las preocupaciones por su padre, la propuesta del hombre del tren
. - La mujer a su lado, evidentemente molesta, lo apartó
cerró la puerta con fuerza. Al salir, elevó el rostro, cerró los ojos y soltó otro suspiro, esta vez parecía ser de cansancio, pero también de alivio. Mientras se dirigía hacia la salida, la propuesta del hombre resonaba en su cabeza, creando un ruido incómodo en sus pensamientos. Caminando hacia su departamento a pie debido a la falta de dinero tras el robo de su bolso, la
dobló hacia adelante, apoyando sus manos contra sus muslos para tranquilizarse. Sin haber
a parte de ella se debatía en aceptarla. No se había imaginado jamás que podría llegar a un punto en el que no tuviera que preocupa
ia, y pensó que sentarse en una banca le proporcionaría el espacio necesario para reflexionar con calma sobre la situación. A medi
tarlo. Cuando miró lo que le ofrecían, vio que era una hamburguesa de «Papagallos». Su estómago rugió al verla. Aunque nunca la había probado, el aroma del lugar siempre le había
garganta. Después de quedar satisfecha, se dejó caer en el respaldo de la banca. Luego, miró a Edward, quien observaba hacia adelante. Al sentir la mirada de Grace, giró su rostro y l
ward rompió
resenciado una escena. Él solo conectó las piezas y, por supuesto, desembolsó dinero para abrirle los ojos a lo inevitable. Esto requería investigación, y ya tenía un par de días haciéndolo. Reconoció cada persona alreded
mi cuenta. No me gusta tener deudas, y menos con desconocidos. - dijo, segura de sí misma, s
nuca. Se había propuesto una hora como máximo y no se iría de ahí sin un «ACEPTO EL ACUERDO». Luego se retiraría para hacer ejer