ra B
o traicionero! ¿A qué viene tanto cuento si en
rta ni m
está profundamente dormido. N
noche atada a una
o antes de estar cerca de uste
to todos los insultos que conozco
s dedos el frío metal de las esposas hasta que me duelen. Las uñas contra mi piel me sacan sangre. Quiero matar a este
zas de mi corazón. Le odio como jamás
iemblan por
erá como
o bajo mis rodillas y me levanta a la altura de su pecho. Por el chas
us fuertes brazos, buscand
no, se trata de una silla. Con una de sus rodillas sobre mis piernas me mi cuerpo, paraliz
-suplico como una niña
ya lo habría hecho desde que entramos a esta casa. O, incluso, en medio del monte. Créalo o no lo creas, conmigo estás a salvo. Que duermas es
derrotada. Si sigo mi orgullo y me quedo
a el aire cuando bajo la c
os de Leonardo. Sin embargo, me atrevo a
dero, me dejo conducir hacia la cama. Solo mantengo la mirada fija en
¡Qué descanses! -me dice
capaz de quedarme dormida, pero mantengo a mi