centro de la ciudad y madre de Carina Alencar, una niña de cinco años. Si hubiera alguna información que dij
que muchas veces el padre no está presente, entonces toda la carga rec
sólo porque tiene un hijo. No voy
un rico mimado y un hijo de puta.
a no parece intimidarse por mí. ─ Que lo pases bien, Enrique. No fue una actitud loable por mi parte, sin embargo, no podía arriesgarme. Un
llonario, mientras posponíamos la reunión, uno de los competidores se puso en contacto y presentó un proyecto similar y como no podía ser dif
hica llorando, sé que está mal escuchar conversaciones ajenas, pero no quería molestarla. ─ Ve directo al
o hay ningún malentendido, eso es exactamente lo que has oído. He tenido experiencias desagradables y no estoy de humor para volver a pasar por eso. Las mujeres con hijos sólo
ta manera. Lleva un mes trabajando contigo, ¿te ha decepcionado alguna
no es así. ¿También despedirías a un hombre por ser padre? ─ No, ya sa
ra Luz vendría con sus discursos moralistas, pero pensé que tardaría unos días más. ─ No me importa tu
a nariz en alto, retándome. ─ Realmente no lo harás, no puedes repasar mis decisiones, soy la presidenta de
peño profesional por su vida personal. Las emergencias no se pueden predecir, cualquiera puede ser p
ría haber arrojado una piedra a la cruz. Luz tiene esta obsesión de ser vigilante y lamentablemente hoy so
o al hospital porque la niña se cayó y se lastimó. ─ Por el bien de mi cord
tación. Nuestra diferencia de edad no es tan grande, yo tengo treinta y cinco y Luz treinta. Cuando murió
una madre soltera. Porque la conozco bien, sé que no fanfarroneaba cuando dijo que contrataría a Vitória y
l trabajo siempre será mi prioridad. Y bajo ninguna circunstancia debería trabajar o tener una relac
i jefe. Todavía no puedo creer que me haya despedido por tal motivo... No tengo palabras para describirlo
genda fuera de la empresa y, además
amos de la pensión, nos moriríamos de hambre. Me miro al espejo y me gusta mi apariencia profesional, esto alineado con mi CV es un buen comienzo. Antes de salir, oigo sonar mi móvil, miro la pantalla y no rec
nir a la empresa? ─ Si me vas a pedir que no demande a la empresa ni a
contigo, ¿estás disponible ahora? ─ Sí, estoy en paro. ─ Escucho tu risa al otro lado ─ Lo siento, no qui
sin siquiera conocerla. ─ Está bien. Estaré allí en una hora. Que tenga buen día señora Luz.─ Cierro el contacto y me dirijo a la empresa. Por primera vez el maldito t