na típica resaca, y no recordaba haber ingerido alcohol antes de irse a dormir esa noche
có al instante cuando la luz se coló entre sus párpados, mi
tudiante de Nueva York, se entrelazaba con escenas que estaba
mandíbula en un int
su sufrimiento y un grupo de mujeres ing
ar enferma", "¡Levántate, floja!", "¡Sigues fingiendo!
oven, quien, aferrándose la cabeza
, aumentaron su ira, protestando y arrebat
y en ese momento, una chica menuda y valiente entró en la habitación sostenien
ando las intrusas huyeron, se acercó a la cama con una mirad
omo si fuera un encantamiento, su mente se aclaró lenta
ostro lleno de pecas, la observaba. Samantha sintió como si la conociera. "¿Anne?"
eran a hacerte esto y todavía vinieran a molestarte tan temprano. Si aún te
pensó Samantha. Observando la habitación, nada parecía extraño, aunque no fuera su habitaci
un mensaje privado en un foro sobre una novela que había leído tiempo atrás, una novela
estaba en un hospital en coma, en lugar de aceptar que esto era real. Samantha se aferró c