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Enamorada del nuevo miembro en mi familia

Enamorada del nuevo miembro en mi familia

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Que difícil es olvidar el sentimiento de amor, es demasiado complicado teniendo lejos a la persona ahora imagínate, es aún más complicado cuando esa persona vive en tu misma casa. Adara es una chica próxima a cumplir sus dieciocho años, a pesar de su edad es demasiado ingenua, ya que su madre nunca la dejo tener una relación amorosa con nadie, debido a esta educación Adara se ilusiona con cualquier chico que le muestre algo de atención, al punto de convertirse en la tercera o el malentendido en las relaciones en su escuela. Es cuando llega Eduar un chico que puede cambiarlo todo, la mira desde lejos, le muestra interés como ningun otro en el pasado, al punto en dónde ella cree que se está enamorando, el verdadero amor de su vida. En ese instante se entera de que este chico del cual está enamorada perdidamente se convertirá en su próximo hermanastro.

Capítulo 1 Amor inocente

Eduar ese es tu nombre, tan memorable cómo ninguno, tus ojos pueden pasar a través de mi, puedes pasar a mi lado y no darte cuenta de mis ansias aquellas que me comen viva, esas sensaciones que hacen que mi cuerpo se llene de adrenalina con solo verte, si supieras la cantidad de veces que he soñado contigo te darías cuenta de lo mucho que me encantas,pero lo sabes perfectamente y sabes cómo llamar mi atención para no dejar de pensarte ni en una sola ocasión, quien diría que nuestras vidas terminarían cruzadas sin esperarlo.

Mi nombre es Adara, tengo 17 años de edad y vivo con mi madre Gina, mi hermano Aaron y mi hermana menor Diana, el amor nunca fue una de mis principales preocupaciones, mi madre siempre me mantuvo con los pies sobre la tierra,pero no podía evitar al verte quedar completamente prendada de ti, ¿Cómo era posible que tuvieras ese efecto en mi? Lamentablemente solo te podía tener en mis sueños recurrentes, la realidad no era mi aliada. Me encanta divertirme, siempre nos hemos caracterizado por ser una familia muy divertida, en especial mi hermana menor. Hemos pasado muchas cosas juntas por eso somos muy unidas, no hay nadie en el mundo que me entienda más que ella, pero las cosas iban a cambiar en nuestro hogar pasados unos años. Todo no era perfecto, a pesar de que éramos una familia muy unida teníamos muchas falencias, teníamos discusiones entre nosotros continuamente, nunca especialmente graves pero existían muchas formas en las cuales logramos ofendernos; al ser tan unida con mi hermana lo único que me importaba la mayor parte del tiempo, era causarle una buena impresión; era mi hermana menor pero apenas nos llevábamos dos años y al ser las únicas dos chicas nos comprendemos mejor. No siempre fue así, peleábamos por ropa, por coger sin permisos cosas de la otra o por el simple hecho de tener un carácter diferente. Ella era explosiva, como un combustible, parecía una llamita siempre, también en su físico se reflejaba eso. Mi hermana Diana que siempre quiso cambiarse el nombre porque le parecía que la habían nombrado como una señora, ella era bastante peculiar, rizos prominentes color castaño,ojos marrones bastante claros casi sobrepasando la línea entre otros colores, bajita, siempre me había resultado envidiar porque no engordaba por más que comiera y eso para mi siempre era un problema, estar preocupada de cómo me veo y come ve la gente, pero bueno, un poco más baja que yo, pero innegablemente mi hermana. Por otro lado teníamos a Aaron, mucho más alto que las dos, en un principio era bastante cercano, me quería demasiado, lograbamos pasar el tiempo qué más podíamos juntos, yo lo envidiaba tanto porque mamá siempre lo dejaba salir hasta altas horas de la noche, lo dejaba vestirse como él quería, salir de fiestas, entre otras cosas, pero debido a eso en secreto era un chico libertino y ni hablar de la cantidad de chicas que llevaba a casa sin que mamá se diera cuenta. Las diferencias entre nosotros eran más notorias que con mi hermanita menor, más que todo en la manera de ver a las personas, yo podía quedar enamorada de un chico por años mientras él tenía mil relaciones intermitentes, la diferencia era de cuatro años de edad, por mucho tiempo había sido el hijo único en casa y jamás se preguntó cómo sería tener una hermano o hermana en casa, hasta que mi mamá lo sorprendió con la noticia. Ella me dice que estuvo alegre, en realidad nunca lo había pedido pero al final de todo terminó aceptando que yo ya vendría a esta tierra y que todo lo que tuviera tendría que compartirlo conmigo. Cuando llegué a esta tierra, mi madre ya me había planeado y tenía dispuesta todas las cosas necesarias para mantenerme a salvo de lo que fuese que sucediese, tenía ropa para mi, una cuna, mantas, entre tantas cosas para un recién nacido. No estaría enterada hasta muchos años después que mamá estaba pasando por un momento de dificultad y que hacía lo posible para darnos la impresión de que todo andaba a toda marcha, aquella estela de felicidad era evidente, ella hacía muy bien su trabajo de simular que todo estaba bien, a pesar de ciertas situaciones precarias no recuerdo más desilusiones, solo las tipicas que tiene todo niño al no recibir de cumpleaños o de navidad específicamente lo que pidió, teniendo en cuenta el estado de cuenta de mi madre no me sorprende no haber recibido esas cosas, pero en aquellas fechas era lo de menos, siempre había otras cosas para disfrutar; la navidad era mi festividad favorita además de halloween, pero no había nada mejor que recibir los regalos y poder comer de manera excesiva sin que nadie dijera nada acerca de cómo eras, fuera de todo las luces que adornaban las casas me producían un sentimiento reconfortante , una tranquilidad que no puedo explicar, tal vez debida a que no me encontraba estresada presentando exámenes o tareas, las clases paraban y uno tenía esa falsa sensación de volver a comenzar otro año de la mejor manera, incluso había deseos para pedir, sueños para cumplir, la navidad lo tenía todo. Siendo mi época favorita del año, intentaba pasarla de la mejor forma posible, tener a mi abuela en las casa para esas fechas hacía que las cosas fueran aún mejores, su comida nos hacía pasar los mejores momentos, añoraba siempre que llegara esa época porque sentía que todo se llena hoja de magia, me parece increíble que todas las personas se reúnan a decorar sus hogares y que en el interior de cada una de esas casas se encontraron un arbolito, aunque no fuesen todos siempre está ese ambiente de que las cosas pueden tomar un rumbo diferente. Las cosas empezaron a cambiar en casa desde que era muy pequeña pero nunca lo noté como un cambio verdadero, sin embargo para mí hermanita era como si en su vida empezará el diluvio. Mi padre estaba ausente desde que lo recuerdo, nunca fue precisamente el mejor de todos, muy distante como una estatua, sabíamos que estaba porque de vez en cuando trataba de mostrar su cariño, con una pequeña caricia, una palabra de aliento, alguna cosita, pero siempre andaba de mal humor a tal punto que la conversación no fluía, entonces como tal nunca tuvimos esa relación cercana y envidiable, en mi caso con el tiempo se volvió algo habitual no verlo nunca, muy de vez en cuando llegaba con amino a la casa, se notaba que su matrimonio estaba desgastado por el tiempo; no se habían casado por amor, solo habías sido compromiso por parte de ambos al haber cometido un error y ese error lamentablemente tenía nombre Aaron. La historia entre los dos comienza apenas un poco antes de concebir aquel niño, no fue algo de solo una noche pero tampoco fue ese amor que te desvela en las noches, no me imagino a mi padre tratando amorosamente a mi madre, realmente no creo que de esos labios fríos salga algo que realmente te enamora al punto de querer formar una familia; siempre renegaba con mi madre acerca de la cantidad de hijos que habían traído a la vida, uno estaba bien,un error si así puede llamarse,siendo demasiado cruel, pero no algo reversible para ellos, creían demasiado en la vida y en respetarla,luego fueron dos conmigo y más tarde un tercero y posiblemente si hubiesen seguido juntos hubiese más de ellos aquí acompañándome. No me molesta la idea de tener hermanos, muchas veces me consuela la idea de que tengo a alguien que molestar una amiga constante y tal vez eterna si la vida lo permite. Con el tiempo ella y yo nos fuimos alejando una de la otra, ya las cosas parecían no ser como antes, me preguntaba que había pasado con las chicas que prendían velitas en navidad y devoraban paquetes de galletas enteras, sabía que éramos dos individuos completamente diferentes por lo cual obligarla a vivir pegada a mi no era una opción. Mi madre también había cambiado con el paso del tiempo, provenía de Augusta y tenía una crianza estrictamente religiosa, creía que el matrimonio debía durar para siempre, tenía ese sueño que no podía mantener en pie, la vida le fue indícanos que eso no era posible con la persona que no estaba predestinada para ti. Se separaron más tarde, ambos tenían aventuras extramaritales, en especial mi padre, además de que quería vivir una vida de soltero, no se acordaba que tenía hijas o una esposa, cada vez menos navidades disponibles, cada vez más regalos reciclados, se notaba que no quería esforzarse mucho, lo suficiente para quedar bien con todos nosotros. Aaron empezó a aborrecerlo en la casa, cuando llegaba a cenar ya no quería bajar a verle aún más cuando nos enteramos de las cosas que le hacía a mamá, ella siempre supo guardar mejor las cosas, cosa que jamás nos enteramos de manera tan poco práctica de que vivía su propia vida, salía y me encantaba ver qué se maquillaba y dejaba atrás aquellos impedimentos que tenían por la manera en que le habían enseñado a ver las cosas. Llegó ese punto dónde mantener el lugar junto no era posible, yo tampoco le demostraba mucho cariño a mi padre, me parecía que no éramos compatibles, éramos retazos de otra tela intentando encajar con él, Diana hacía un esfuerzo enorme por impresionarlo, supongo que era algo tipo de complejo acerca de agradarle, quería tener a fuerzas esa figura paterna, digo que no me hizo falta pero muchas veces pienso lo contrario, solo que no me afecta tanto como a ella. Se fue y no nos dimos cuenta cuando, había muy pocas cosas de él en casa y por eso todo pasó desapercibido, recuerdo que trataba de venir en fechas especiales pero muchas veces las olvidaba o llegaba con regalos súper improvisados,cómo regalarle una regla a tu hija por su cumpleaños o la mitad de una chocolatina en el mío; no quiero sonar desagradecida o exigente pero había límites que cada vez estaba superando más, al punto en que Diana y yo no esperábamos mucho de él, pronto éramos nosotras las que debíamos ir a verlo, crecimos y eso ya no era parte de nuestra rutina. Mi hermana tal como yo paso por ese momento, cuando tienes unos doce o trece años dónde eres o intentas ser alternativo, dónde quieres resaltar entre las personas e intentas encajar en un grupito,eso me desagradaba porque ella ya no era la misma, todo aquello que compartimos paso a un tramo de la historia olvidado y descuidado, ella independiente, yo igual, ninguna de contaba nada, solo éramos dos personas compartiendo un cuarto. Gina, mi madre deseaba conseguir nuevamente una persona, después de lo de papá todas las esperanzas en encontrar a alguien se habían hecho añicos, estábamos allí abandonadas con muchas deudas, sin saber comos seguir mientras mi madre sacaba su carrera adelante. Años y años pasaron encerradas, tratando de sobrevivir, porque la vida no era fácil y mamá siempre estaba afuera tratando de encontrar un mejor futuro para nosotras y para ella misma, había confiado en alguien, pensaba que la amaba pero era solo una fachada de algo que no se tomaba muy enserio. Yo sabía que a ella le faltaba esa parte en su vida, veía como anhelaba contarle a una persona acerca de su vida, hablar de las cosas que le pasaban en la universidad, más que nada quería alguien que quisiera quedarse por siempre. Trataba de encontrar el amor en quienes conocía, tuvo algunas relaciones con viejos amigos de la familia, en especial uno se quedó por mucho tiempo a su lado y era un alivio para nosotras ya que tenía alguien que la escuchará además de sus hijas; no era que no quisiéramos escucharla, es que estábamos en otras etapas de la vida, a mi me gustaba un chico que iba a mi escuela y mi hermanita menor estaba empezando una de sus primeras relaciones tormentosas. Estaba entrando en este juego de seducción, sus ojos me inspiran muchas cosas, sus labios me invitan a besarlo cada vez que me habla y se acerca, es tan extraño como mi cuerpo reacciona, soy un manojo de nervios cuando me habla en la escuela, soy aún más nervios cuando se queda mirándome, me intimida todo su ser, tantos deseos que tengo, pero mi timidez me impide acercarme con esas intenciones además de que mi madre siempre ha creído que somos muy jóvenes para una relación. Por supuesto mi madre no tenía idea de nuestra vida, nos vigilaba un poco pero no tenía idea de que mi hermana en estaba en contacto con una persona que vivía en otro estado, mucho menos sabía que yo estaba interesada en un chico por lo cual no podía pedirle un consejo o valor alguno para confesarle lo que sentía; tampoco tenía como decirle a mi hermana, estaba tan encerrada en sus cosas que yo apenas me daba cuenta de lo poco que sabía por mirar entre sus cosas y conversaciones que quedaban abiertas. No la odiaba, la amaba mucho y quería verla bien, en un principio lo único que hice y quise fue callarme para no presentarle sospechas a mamá, sabía que ella haría lo mismo si supiera de mis sentimientos.

Eduar es un chico de mi edad, un tanto más alto que yo, pero aunque no fuese muy alto, tenía una presencia seductora que atraía a más de una de las chicas de la secundaria; lo veíamos pasar en su uniforme, entrenaba rugby, por lo cual su cuerpo parecía esculpido por los mismos dioses. Sus brazos eran la parte que me encantaba mas de él, brazos largos y fornidos que podían cargarte sin hacer mucho esfuerzo o rodeada todo tu cuerpo y fundirte en un abrazo, eso hacías cada vez que me veías pasar por los pasillos de la escuela, esos abrazos que me dejaban impregnado tu aroma y que por mucho tiempo fueron mi escape de la realidad. Éramos amigos, no desde hace mucho, porque hace poco había llegado a la escuela, le gustaban los deportes de contacto, al igual que se destacaba en el dibujo y la escritura, tenía pequeños diarios dónde condensaba sus pensamientos, pero siempre eran muy ocultos para los demás; era yo la que en toda ocasión los notaba porque los sacaba de imprevisto cuando todos estaban distraídos y rápidamente después de detallar algunas cosas los devolvía a su maleta. Debo admitir que la curiosidad me mataba desde que llegó a la escuela, se presentó delante de la clase como el chico nuevo Eduar Rinhg, se había mudado recientemente por el cambio de empleo de su padre además de problemas en la anterior escuela. ¿Qué problemas podría tener ese rostro tan perfecto? No me lo podía imaginar como un bully o algo así, tenía esa estela de chico malo, cabello oscuro, ojos marrones oscuros, unos brazos bastante sensuales, un modo de vestir, bastante casual pero igualmente atrapaba tu atención, la manera en que se expresaba te invita a conocerlo, un seductor nato. En un inicio no me estaba dando cuenta que estaba cayendo en sus redes,me lo negaba a mi misma porque en aquel momento tenía aquel noviecito secreto y era totalmente opuesto a este chico, además no quería dañar el corazón de Víctor. Pobre Victor siempre me estuvo esperando, nos conocíamos desde niños y desde entonces no me había dejado de confesar su amor, cuando digo que era lo contrario es porque así era, no tenía misterio alguno, casi no tenía chiste pero era demasiado tierno al punto de querer abrazarlo como un oso de peluche, para ser sincera no me generaba mucho interés más allá de una amistad, pero era más que obvio que no se iba a rendir hasta que algo pasara conmigo; todos me lo decían y todos creían que yo también sentía algo por él, nuestros amigos trataban de impulsarnos a tener algún tipo de relación y a mi me daba miedo rechazarlo rotundamente, no quería que ellos me vieran como una chica engreída y tampoco quería perderlo como amigo. Mi única excusa siempre fue que mi madre no me dejaba tener novio hasta que cumpliera los 18 años así que era imposible por ahora, hasta que me dijo que me esperaría e incluso se ofreció a hablar con mi madre sobre nosotros. No existía un nosotros y me estaba sintiendo cada vez más oprimida por las ideas que tenían los demás, excepto mis dos amigos más cercanos Julia y Mark ambos sabían que no teníamos nada y que lo que hacía era dilatar más cosas hasta ya no volver a verle, era triste pero me costaba mucho verlo mal. Mark no siempre fue mi mejor amigo, digamos que en cierto punto del tiempo fuimos todo lo contrario porque nos atraían el mismo tipo de chicos, nos gustaban las personalidades misteriosas, pero resultaba más difícil para él debido a que todos pensaban que se trataba de un chico hetero, pero Mark estaba orgulloso de lo que era, desde muy pequeño había descubierto que le gustaba y nunca dejo que nadie le dijera lo contrario, se lo confesó a su madre a la cual no se sorprendió ni un poco y desde entonces no dejo de ser él, excepto en la escuela. Digamos que los directores trataban de hacer el ambiente más conservador y apasible que podían ofrecer, al punto de vulnerar la libre expresión, pero era algo muy común en las escuelas, no solo no podían haber parejas hetero, si no mucho menos homo o de alguna otra clase de pareja, pero los profesores pasaban por alto muchas cosas, éramos adolescentes. Cuando estábamos pequeños nos dejábamos de pelear por los juguetes, vivíamos uno en frente del otro y pensábamos lo peor del otro, me llamaba niña malcriada y engreída y yo le decía que él era aún peor que yo, nuestras madres debían separarnos porque no habíamos llegado a agarrar del cabello a punto de causar un accidente grave, creo que al final nos hicimos amigos porque nuestras madres nos habían obligado a convivir, desde entonces supimos que nos equivocamos con respecto al otro. Mark era demasiado leal conmigo y yo me encargaba de hacerlo sentiré un poco más seguro en el ambiente, los adultos no lo sabían tanto y muchos en la escuela tampoco pero los que sí, los matones de la clase se dedicaban a burlarse de él. Cómo dije ambos teníamos gustos muy parecidos, siempre que yo le echaba el ojo a un chico él tenía que asegurarse de que no tenía ninguna posibilidad, eso me daba algo de rabia en muchos momentos pero también me salvaba de malos entendidos y es que Mark era bastante atractivo pero su suerte con los chicos era pésima. Se acercaba a alguno como un buen amigo y al confesarle sus sentimientos se alejaban, ahí era mi turno, dónde entonces sabía que podría tener algún tipo de oportunidad pero la mayoría de los casos no me veían de esa manera, mi carita de santurrona y la manera en que mamá me deja vestir no me representa. Mamá estaba deseosa de conseguir a alguien, se había inscrito a algunos cursos dónde quizás conocería personas diferentes a los tipos que ya habían estado con ella, siendo sincera no eran los mejores, malas personalidades, con muchas actitudes machistas que en mi caso jamás hubiese pasado por alto, pero era mi madre criada a la antigua entonces muchas veces dejaba que pasaran por encima de lo que ella quería. Recuerdo una vez dónde uno de aquellos novios no la dejo salir a la calle porque tenía un pantalón pegado de cuero, !Era un pantalón! Pero según él le entallaba la figura demasiado y para ser sincera mi madre estaba muy bien, hablo de que era hermosa y tenía muchas curvas, era algo que debía aprovechar, al final me alegraba que esas relaciones no hubiese funcionado pero ya no me metía mucho en su vida amorosa. Pero pasados los años de estar sola y de no encajar con nadie se estaba poniendo demasiado triste y la verdad bastante intensa conmigo y mis hermanos, todos estábamos en etapas tan distintas de la vida y cada quien quería vivirla a su manera, sin embargo mamá quería pasar el mayor tiempo posible con nosotras y hasta se enojaba si salíamos con amigos; en reiteradas ocasiones nos llevó a advertir de los peligros de tener novio, además de advertirnos de las cosas que muchos hombres buscaban en una nena, es decir aprovecharse, tenía miedo de que nos sucediera los mismo que a ella. Mi modo de salir de este encarcelamiento amoroso era tener pequeños secretos, decir algunas mentiras piadosas, me encantaba escribir acerca de mis pensamientos, fantasiar un poco acerca de una situación que en la realidad tal vez no tendría las agallas de afrontar. Por esa situación fue que me encantó la idea de que mi mamá fuera a citas flash,la apoyaba con todo lo que tuviera que ver con eso porque tal vez así se relajaría un poco con nosotras, descargue varias aplicaciones en su teléfono y muchos hombres cayeron en sus encantos; éramos que obvio, atractiva era y mucho, pero siempre que salía con ellos regresaba con una cara larga, me decía que simplemente no había nadie con quien se sintiera cómoda de nuevo; siendo ya muy adulta estaba dispuesta a tener una relación más duradera, alguien que la acompañará en sus cosas y pudieran disfrutar de la vida.

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