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Historia

Capítulo 5 CENA

Palabras:1598    |    Actualizado en: 11/01/2023

con cada roce, nuevos recuerdos entraban a él. Las calles eran de piedras y angostas, pincelados con un tono marrón claro que le daba aspecto de antiguo. Niños corrían y él se percatab

una conversación de dos niños, delgados y con mucha

puedes cumplir.-le respo

a su cabeza, miró adentró y estaban esos niños conversando. Sus lágrimas recorrieron las mej

bolsillo mientras la izquierda sujetaba el morral. De pronto se topó con el recuerdo de que casi todas las calles

lle y cada sentido del lugar. Sabía qué paredes necesitaban reparación, que calles tenían un ba

." Siempre le causó gracia ese eslogan, no sabía si la gente supiera que en realidad es un insulto para el cliente. Tal vez si

er lleno de motocicletas o restos de ellas, y al

utal con un acento siciliano. El hombre estaba d

local insinúa que soy un idiota.- c

rañado, y con una sorpresa que ib

uforia.-¡Tony!, ¡Fabio!, ¡vengan acá!- dos

undo, que posiblemente tendría la misma de edad del visitante, estaba vestido con unos bermudas caqui,

o a visitar!.- dijo l

ó abrazarlos. Se apartó un poco cuando se dio cuenta qu

palda y le dió dos besos en cada mejilla. El segundo se quedó observando la es

nvenida a tu mejor a

n te sacó de este lugar- caminó hasta su amigo con lentitud, lo miró con firmeza, cada paso que daba resonaba en el taller -.Ahora me debes

aras mirarse con confusión-.Es un cuento largo, pero q

especie de tortilla pero gruesa. El aroma del maíz impregnó las fauces de la cocina cuando lo puso en el fogón hecho de ladrillos. La suavidad del

ando el resultado de

cina recién salida de la ducha con una toalla hasta su pecho y sus cabellos recién humedecidos. Miró

.Estoy haciendo la cena, ¿te vas a quedar?- comentó

ieron su cuerpo, sus manos temblaban y sus ojos se perdieron en la nada. Como una corriente que te lleva y de la que no te puedes

oz baja, fue lo único

rveza en la mesa. Abrió la nevera y las guardó allí. -Ahora se llama... ¡San

liso y castaño, sus ojos pequeños marrones claros que trasmitían dulzura y c

nderlo con una sonrisa tímida

so parmesano rallado. Sus comensales esperados ansiosos por comer aquel platillo que olía tan bien.

ión. Untó un poco de mantequilla, luego el queso mozzarella. Pequeños

ión en un solo mordisco. La alegría y la energía se a

e preguntó Cheo.

e acercó a ellos, miró los rostro

taron todos. –Senci

la receta.- se esc

ezuela.- Se tomó el tiempo. -En la región donde me quedó hacen un queso. Se llam

mpañado. Su felicidad se esfumó en segundos, su mundo se volvió lento, y veía como sus amigos se divertían entre ellos

al menos?- sus manos tomaron una cerveza de lata y de un trago llenó su cuer

que resaltaban sus clavículas. En su cuello había un collar, uno que Santino recorda

guntó él mientras sus o

obar, hermanita!.

- respondió ella mientras

reguntó Cheo con firmeza. -Ni

no.- refutó Camilo. -Ninguna

inó la frase Alfonso mientras Venecia ab

ruesas estiraban el vestido con cada paso, y su cabello tan largo que tocaban las curvas de su

ia sería caos, porque ella es un volcán que ya hizo erupción. Una

pensamientos. -¿Nos preparaste tod

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