con cada roce, nuevos recuerdos entraban a él. Las calles eran de piedras y angostas, pincelados con un tono marrón claro que le daba aspecto de antiguo. Niños corrían y él se percatab
una conversación de dos niños, delgados y con mucha
puedes cumplir.-le respo
a su cabeza, miró adentró y estaban esos niños conversando. Sus lágrimas recorrieron las mej
bolsillo mientras la izquierda sujetaba el morral. De pronto se topó con el recuerdo de que casi todas las calles
lle y cada sentido del lugar. Sabía qué paredes necesitaban reparación, que calles tenían un ba
." Siempre le causó gracia ese eslogan, no sabía si la gente supiera que en realidad es un insulto para el cliente. Tal vez si
er lleno de motocicletas o restos de ellas, y al
utal con un acento siciliano. El hombre estaba d
local insinúa que soy un idiota.- c
rañado, y con una sorpresa que ib
uforia.-¡Tony!, ¡Fabio!, ¡vengan acá!- dos
undo, que posiblemente tendría la misma de edad del visitante, estaba vestido con unos bermudas caqui,
o a visitar!.- dijo l
ó abrazarlos. Se apartó un poco cuando se dio cuenta qu
palda y le dió dos besos en cada mejilla. El segundo se quedó observando la es
nvenida a tu mejor a
n te sacó de este lugar- caminó hasta su amigo con lentitud, lo miró con firmeza, cada paso que daba resonaba en el taller -.Ahora me debes
aras mirarse con confusión-.Es un cuento largo, pero q
especie de tortilla pero gruesa. El aroma del maíz impregnó las fauces de la cocina cuando lo puso en el fogón hecho de ladrillos. La suavidad delando el resultado de
cina recién salida de la ducha con una toalla hasta su pecho y sus cabellos recién humedecidos. Miró
.Estoy haciendo la cena, ¿te vas a quedar?- comentó
ieron su cuerpo, sus manos temblaban y sus ojos se perdieron en la nada. Como una corriente que te lleva y de la que no te puedes
oz baja, fue lo único
rveza en la mesa. Abrió la nevera y las guardó allí. -Ahora se llama... ¡San
liso y castaño, sus ojos pequeños marrones claros que trasmitían dulzura y c
nderlo con una sonrisa tímida
so parmesano rallado. Sus comensales esperados ansiosos por comer aquel platillo que olía tan bien.
ión. Untó un poco de mantequilla, luego el queso mozzarella. Pequeños
ión en un solo mordisco. La alegría y la energía se a
e preguntó Cheo.
e acercó a ellos, miró los rostro
taron todos. –Senci
la receta.- se esc
ezuela.- Se tomó el tiempo. -En la región donde me quedó hacen un queso. Se llam
mpañado. Su felicidad se esfumó en segundos, su mundo se volvió lento, y veía como sus amigos se divertían entre ellos
al menos?- sus manos tomaron una cerveza de lata y de un trago llenó su cuer
que resaltaban sus clavículas. En su cuello había un collar, uno que Santino recorda
guntó él mientras sus o
obar, hermanita!.
- respondió ella mientras
reguntó Cheo con firmeza. -Ni
no.- refutó Camilo. -Ninguna
inó la frase Alfonso mientras Venecia ab
ruesas estiraban el vestido con cada paso, y su cabello tan largo que tocaban las curvas de su
ia sería caos, porque ella es un volcán que ya hizo erupción. Una
pensamientos. -¿Nos preparaste tod