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Historia

Capítulo 2 EL CUBICO OSCURO

Palabras:1266    |    Actualizado en: 08/01/2023

le pasaban por una pequeña puerta un plato de comida al día, pero sin emitir una sola palabra, nadie tenía permitido hablarle. Pasaron mucho días, María de la Cruz, no tiene noción del tiempo, ni del espacio, ya no tiene más ganas de vivir, entonces decide dejar de comer, y de tomar agua, su plan sin dudas era quedarse sin vida en ese lugar, pero no fue posible su deseo. Finalmente volvió a ver la luz después de dos meses de cau

, simplemente tenía que obedecer órdenes. Alguien llego, golpeo su puerta, tuvo que bajar unas escaleras, había una mesa redonda, un gran sillón y enfre

cer. Hicimos una investigación sobre ti, y vimos que no tienes familia cerca tuyo, lo único que posees son

oy inocente.

idad o inocencia me tienen sin cuidado, tu eres una tonta meti

si es que voy a morir, o si viviré aquí en cautiver

no le has visto la c

señora Rosa, los demás llevan

ves la cara a tus secuestradores debes morir? Es una regla de la jungla, no la entenderías, per

nte para no morir así que me atrevo a decirle que me gustaría mucho saber porque sigo aquí, y quien pinche es

poco fue recobrando la memoria y recordó que alguien le pego por detrás en la nuca después de insultar al posible jefe de su banda, pero otra vez se había metido en el mismo agujero por no cerrar la boca a ti

vada, limpiada, y atendida por la señorita Rosa, que le aconsejo que pase lo que `pase no emita palabras en contra del jefe,que jamás le cuestione nada, solo se limite a cerrar la boca y debia aprender a escuchar. A María, no le pareció mal la idea, además era lógico que si aún n

ver una vez mas ¿tuviste tie

señor. –co

ro cuidado. Seré amable contigo y te diré lo que hicis

se limitó a escuchar. Le dijo que ese hombre y toda su familia Romero, son de Argentina, y eran unos crueles mafiosos de la carne vacuna, está ahí no había ningún tipo de inconvenientes, pero la historia cambio cuando le c

o les hace mal a ellos, es decir a los anímales, sino que nos hace mal a nosotros, los humanos. N

ndo señor –dij

debíamos matar a un miembro de su familia, ya sabes ojo por ojo, pero aquí es donde entras tú y tus narices. Entonces no sólo lo salvaste sino que le diste la oportunidad de que sospechen de nosotros, es más el cuate que le disparo tuvo que aparecer muerto porque el tal Emiliano lo recordaba y logro reconocerlo. Ya sé que tu pensaste que murió, eso fue lo qu

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