resultó más fácil concentrarme en las explicaciones de los profesores. Aun así no podía evitar preguntarme si era cierto lo que me habían dicho
uerzo. Era la primera vez que comía en un comedor escolar. En el instituto al q
cas hablando y riendo. Las populares, seguro. Mientras que yo me conformé con sentarme con Pamela y sus amigas a varios metros de distancia. ¿Qué era lo que me había dicho mi hermana la primera vez que pisé un instituto? Lo recordaba como si fuera ayer: "No me mires, no d
tres chicas ya habían comenzado a hablar. ¿No podían callarse un rato? La respuesta era obvia. Me molestaba u
onversación. La comida de la cafetería me parecía un tanto decepcionante y por ello no tardé en volve
a de ruedas estaba comiendo con un grupo de chicos a un par de mesas de distancia. Por la pinta que llevaban, deduje que pertenecían al p
os de clase. Simple aburrimiento mortal. Después de tod
fue que estuvieran comiendo solos y apartados. En las otras mesas podía haber como mínimo unas cuatro personas y el ambiente era muy cálido. Gente hablando, intercambiándose el postre, quejándose de los prof
la multitud? ―pregunté por lo alto aunqu
gesto. Seguidamente, se miraron entre sí, como si no estu
Pamela tomó la palabra―. Nadie quie
tirosos. Pero, ¿eso es suficiente m
el idiota, siempre están espiando a la
e refieres a ese ch
así cuando nos dimos cuenta de su verdadera personalida
que parecía aburrida de escuchar todo aquello―. Hable
e ninguna objeción. Bebí el último sorbo de zumo de naranja que quedaba en el pequeño envase y me levanté de mi asiento para ir a tirarlo a los contenedores. Sabía que por fuerza
me había visto. ¡Era imposible no verme! Por un momento me planteé volver a mi mesa y dejar el
n cuando estuve a l
lgo porque antes de que yo llegara, me pareció ver al otro chico
a que mi presencia allí lo había pillado p
e ―dije aquello por decir algo, en realidad ni siquier
diota", como le había
ara mirarme. Se entretenía pasando un pequeño objeto que no conseguí identi
dirigiéndose a su amigo, que no tenía ninguna intenc
o en el bolsillo, antes de marcharse añadió―. No me interesa quienquiera que sea esa chica. Tengo cosas más i
que conocía a alguien con peor carácter que el de mi hermana
aquella actitud no parecía afectarle―. No
es en clase ―No se me ocurría otro modo de preguntarlo má
staba tartamudeando?―. Se
¿Acaso no
tengo q
en mis esfuerzos por aclarar un poco aquel lío, lo único que
extraña que había pasado nunca. Todos parecían tener algo que ocultar y e
uizá demasiadas para un primer día. Y cuando el autobús se detuvo en mi parada me hi
car para continuar su ruta, mi hermana hizo un gesto de despedida a alguien que debía sentarse en las últimas filas con una sonrisa triunfadora. La misma que ponía cuando conseguía lo que
vez el autobús hubo desaparecido de su v
sado hoy? ―me preguntó
... inte
estaba segura de que me lo iba a contar igual. En una ocasión así, lo mejor era
tu existencia ―Hablaba con ironía y yo no tenía ganas de participar en su juego por lo que no dije nada. Ella contin
qué mesa t
digas que no te has enterado de lo
aquel asunto me interesaba y añadí―.
serio, si supieras la mitad de lo que yo sé, no te habrías acerc
os? ―pregunté cortante al ver que Reb
nuestra casa. Mi hermana abrió la puerta con su ll
siga siendo un pequeño misterio ya que te gusta t
rto toda la tarde para "estudiar" aunque yo sabía la verdad. Y era que se pasaría un buen rato hablando por el móvil o ch
no de sus experimentos culinarios pero eso para mí era un
mi padre asomándose por
a pintando aquellos ostentosos cuadros por los que le pagaban los museos y galerías de arte. Nunca me interesó saber dónde se exponían ya que podía v
día? ―Hizo la preg
o el tema y haciendo ademán de marcharme a mi cuarto
podrías hacerme u
en cierto modo me gustaba, no tenía ganas de quedarme entre
os había traído una tarta de bienvenida. Después, siguiendo las instrucciones de papá debía hacer el esfuerzo de invitarla a cenar una
pecto exterior decía todo lo contrario. Es que la señora Wallace aparte de tener la fachada de su casa en perfecto estado de mantenimiento, se había ocupado tambié
ntó alguien con una voz ronca y que d
ara me resultaba familiar. Le había visto antes, ¿con unos prismáticos? Estab
la señora Wallace ― le expliqué algo nervios
y. Pero tú qué sabrás si a
a las que les gustaba tener el control de la situación. Aquel último comentario me confirmó lo que ya sospechaba: nos había estado