salones perfumados de Londres. Lady Eveline Harrow, hija única del hon
a negra, p
bailes de temporada, tras abanicos bordad
atro viudos. O mejor d
e? -susurraban algunas damas, tapándo
de luto por su
s como si no los oyera. Per
rada entre desprecio y fascinación, los almac
era brillante, impenetrabl
embargo, era
a amor. No bus
, testamentos, úl
lido rancio y s
, herederos desesperad
los de sus opulentas casas, y luego... un ataúd, un velorio solemne, y Eveline, vestida de
había cerrado los ojos dura
cura con el tiem
ndo funeral, emp
su despacho y mandó quemar todas
sesperados se atrevían a acercarse a ell
a a ser
regnada del dulzón aroma del jazmín que
etratos de antepasados de rostros severos, Eveline tomaba una co
as en el viento, y su alma, normalmente cínica, po
ra sí, sonriendo con ironía
a puerta interrump
anunciarse, como un
la habitación de una
esas, una boca que parecía
dijo, sin
illo de desdén inteligent
na reprimenda. No sería
o en enviudar, padre? ¿O acaso traes ot
dor no
a discutir, hija.
frente a ella, apoyando los codos en
se hicieron largos como si
voz baja, cargada de decepción y cansancio-. Nuestro n
illos del Parlame
libro con un c
nadie -ni siquiera su padre- la salvaría de la miseria de ser mujer en un
ienta, sería una herram
la envuelt
ente-. Ellos sabían lo que hací
ás, antes de asentir, como si eso c
s no te opondrás a cu
arqueó u
é pa
ia una pequeña mesa y tomó un
el impacto que sabía causaría-. A pasar una te
se pus
n su finca en Westmoore, apenas visibles en las temporadas sociales
voz peligrosa, como sed
una sonrisa que no
d para redimirte. Para demostr
ero algo en la rigidez de su padre, en la manera en que soste
mó la carta y rompió el sello.
Inap
en la Residencia Monderlai para una pr
bló mientra
nderlai, su único hijo
o nieguen, su famil
ó la mirada
que me cas
as con tu deber -
alves tu nom
carcajada, am
ome en la gallina ponedo
primera vez en mucho tiemp
de rumores. Tu único camino a la redención es este. O serás deste
l insulto la quemó más
El tic-tac del reloj, el perfume marchito de las flores, l
, inclinó
usurró-. Iré
cho, juró que nadie, ni siquiera el frío Ell