guros de si debían anunciar su presencia o mantenerse en silencio. Regina no les prestó atención. Caminó por los pasillos del c
enesteres, uno de los soldados
está dentro. Dijo q
ré -respondió Re
tr
ntiguos, una chimenea encendida y un largo escritorio lleno de papeles, sellos reales y tinta derr
lí, divisó a varios soldados realizando ejercicios... pero no era
ió el
ró con la reina consorte a unos pasos detrás. Él parecía nervio
en el patio? -preguntó Regina
ija hablara primero. Apretó los labios, mole
evasivo-. El rey Kael ha enviado a s
nuestro patio de armas? -replicó Regina con la misma calma con l
niña! -rugió Riccon,
te dio un paso
pletamente hacia su padre, acercándos
o parte de un trato, al menos asegúrate de n
io se vol
guerra sonó en la distancia. U
cerró los oj
lleg
o de los tres? Y el tablero, por
o se alineaban con rapidez, formando una guardia de honor improvisada. Algunos sirvientes corrían como hormigas asustada
onsorte con un hilo de voz, dirig
escompuesto por una mezcla de ansiedad
voz quebrada-. Ve a tus aposentos, pres
a mirar por el ventanal, mientras una silueta comenzaba
sala sin esp
*
s locales se habían reunido con premura, algunos con ropas mal planchadas por la rapidez del aviso, otros con expresión de al
. Era de una belleza fría, esculpida como por el hielo que rodeaba su reino. Alto, de hombros anchos y postura regia, sus facciones son afiladas y perfectas, como si hubiesen sido tallada en mármol. Con
n pliegues suaves como la noche. Sus mangas largas rozaban el suelo con elegancia. Una diadema de plata adornaba su frente, sujetada por el largo pañu
si evaluara una pieza más del mobiliario. Luego dirigió toda su atenci
es mi hija, la princesa Regina -dijo Riccon con voz f
ia ella. Su voz fue grave, pausada y segura, y s
ho sobre su reino
nta de que él era el reflejo del poder contenido, del co
explicando los beneficios de la unión, exagerando la estabilidad d
merciales -mal calculado, quizás por desinformación o soberbia-. Y
Actualmente no puede ser usada por ningún convoy mayor a tres carretas -dijo
o cayó com
a vez, esta vez con atención. No mostró molestia. Solo una ligera inclinac
ró él-. Pensé que solo
bién observo -resp
lla mujer cubierta de pies a cabeza
a piez
otencia por su
n gesto breve, como aprobando su inteligencia sin emitir elogio. Volvió a
no nos quedaremos en el castillo -dijo, sin titube
adeó, algo
Pero... los p
eza hacia Regina-, lo necesario para una novia que abandona su hogar. No hace falta séquito.
ntuvo la postura serena. Pero por de
omo una petición, Regina avanzó un paso. Su voz sonó tranqu
gre real. Sería indecoroso que una mujer, por más casada que esté, viaje sola entre un grupo de hombres. No
spuesta. No había altanería, no había súp
a todo un cort
tado conmigo desde la infancia. Es discreta, obediente, y no represe
os de Kael la escrutaron unos s
na sola. Nad
nó ligeramen
necesito -resp
se volvió haci
s. Después de eso,
comitiva de hombres oscuros como la noche. Ni una reveren
No había ganado mucho, pero lo suficiente. Y si Kael pensaba que ella era una pieza sencilla de mo