itu
o alejarse rápidamente por la calle. Su figura, aunque ahora más adulta, seguía s
u porte, en su andar, que seguía siendo la misma. Los años habían transformado su cuerpo, su rostro, pero en su mirada... en sus oj
. Había pasado demasiado tiempo buscando una razón para salir de la oscuridad
an
arlo, como si temiera lo que podía ocurrir si se encontr
no en su territorio. Y Bianca, aunq
ue le eran propias. Sus pasos, siempre firmes y seguros, lo l
Era algo mucho más delicado que eso. Algo que, en su m
, en evadir esa presencia constante que sentía a sus espaldas. Cada vez que su mente se aleja
detuvo en seco. Era una voz grave, profunda, la m
Alessio, y sus palabras sonaron como una
habían cautivado, pero ahora estaba llena de desconfianza. No sabía si sentía miedo, rabia o algo que no se at
negro, su figura imponente y su mirada fiera. Era imposible no ver que, a pesar de la década que h
ormó en la garganta. La última vez que lo vio, había sido un joven lleno de promesas, el chico con el q
el capo
ponder, como si su cuerpo tuviera memoria de aquellos días que había intentado borrar. La conexión entre ambos, aunque rot
a no podía identificar, pero que la dejaba inquieta. Era una pregunta inocente, pero las
iendo su mirada. Aunque sus palabras eran frías, su corazón latía con fuerza. ¿P
había sido experto en leer a las personas, en entender sus miedos, sus deseos. Y en ese momento, podía ver lo que Bianca in
ó de una manera fría, como si estuviera disfrutando de su incom
no iba a dejarla ir tan fácilmente. Sabía que este encuentro no era un accident
rectamente, intentando mostrar una determinacla misma
uviera evaluando sus palabras. No lo dijo,
Alessio se acercó un paso más, dejando que el
suaves, pero llenas de una certeza escalofr
o, sabía que Alessio tenía razón. Aunque los años pasaran, aunque las distancias se hicieran más
, el juego ap