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Cuando Alessio Moretti tenía apenas doce años, juró proteger a Bianca, la niña de cabello dorado y sonrisa tímida que iluminó su infancia. Pero la vida y el crimen organizado de Nápoles los separaron demasiado pronto. Veinte años después, Alessio es un hombre marcado por la violencia, un capo temido que controla la ciudad desde las sombras. Frío. Calculador. Implacable. El destino, caprichoso, le devuelve a Bianca -ahora una mujer fuerte, independiente y con un pasado que oculta más de una herida. Alessio se enfrenta al dilema más difícil: romper todas sus reglas y desatar una guerra en las calles... o renunciar a la única mujer que jamás dejó de amar. Porque en el mundo de Alessio, el amor no es un refugio. Es una sentencia.
capitulo 1
La ciudad de Nápoles respiraba con la misma intensidad de siempre, como un organismo vivo que nunca descansaba, ni siquiera en la calidez de la tarde. Alessio Moretti se apoyó en la baranda del balcón de su penthouse, mirando la ciudad que lo había visto crecer. La vista del puerto era impresionante, pero sus ojos no se enfocaban en la belleza del lugar. Su mente, siempre alerta, parecía estar en otra parte, repasando las jugadas del día y, quizás, anticipando lo que vendría.
Nápoles era su reino, sí. Y en este reino, Alessio era su rey. A lo largo de los años, había forjado su poder con manos de hierro, en la penumbra de un mundo de mafias y sombras. Había conseguido lo que todos temían y pocos lograban: el control absoluto. Sin embargo, el trono era solitario.
Dejó el vaso de whisky sobre la mesa, sin beberlo, y observó cómo las olas golpeaban las rocas del puerto, como si el mar mismo tratara de reclamar lo que por derecho le pertenecía. El viento le acariciaba la cara, trayendo consigo el olor salado y nostálgico del Mediterráneo, pero también el eco de un pasado que se negaba a quedarse atrás.
Su teléfono vibró sobre la mesa, sacándolo de sus pensamientos. Era un mensaje de Matteo, su hombre de confianza, el que siempre estaba a su lado en los momentos de peligro.
"El trato con los Ferraro es esta noche. Luca insiste en hacerlo a su manera."
Luca Ferraro. Su nombre fue suficiente para que la mandíbula de Alessio se apretara involuntariamente. Luca había sido un problema creciente, alguien que no se conformaba con la tradicional lucha de poder en las sombras. Era un hombre de ambiciones desmesuradas y, en algún punto, se había cruzado con Alessio de una forma que ambos sabían que no tenía vuelta atrás. La guerra estaba en marcha, aunque nadie la había declarado oficialmente.
A Alessio no le gustaba tener que tratar con Luca, pero era inevitable. En su mundo, las reglas eran claras: o dominabas o eras dominado. No había espacio para la duda.
Tomó el teléfono y escribió un breve mensaje a Matteo: "Que se prepare todo para la noche. No habrá errores."
Guardó el teléfono en el bolsillo de su chaqueta y volvió a mirar el horizonte. Pero su mente no estaba en el negocio, ni en la guerra que se avecinaba. Algo más había estado rondando sus pensamientos, algo que no podía olvidar, aunque lo intentara.
Una sombra pasó brevemente frente a él, interrumpiendo su línea de visión. Alessio levantó la vista, y en ese preciso instante, un recuerdo casi físico le atravesó el pecho. Se acordó de la última vez que la vio. El cabello oscuro, los ojos brillando como un faro en la oscuridad, y su risa... Bianca Rossi.
Habían sido niños juntos, antes de que el mundo de Alessio se volviera más oscuro, más peligroso. Bianca había sido su sol, su única luz en la oscuridad de aquel entonces. Pero todo cambió. Como siempre sucede en su vida, algo se rompió entre ellos. La distancia creció como una brecha imposible de cruzar. Ella se fue, se alejó, y él, aunque la buscó, no la encontró nunca más.
Ahora, años después, ella regresaba. Y la simple idea de verla nuevamente le retumbaba en el pecho como un golpe. Sabía que ella no lo recordaba de la misma manera. O quizás sí, pero las circunstancias habían cambiado. Bianca Rossi ya no era la niña de ojos brillantes que se había colado en su vida como un suspiro. Ahora, ella era una mujer, un enigma que podría ser más peligrosa que cualquier enemigo que hubiese tenido.
Era un llamado del destino, pensó Alessio. No se trataba solo de negocios, de poder o de guerra. Se trataba de ella, Bianca, la única que había sido capaz de traspasar sus muros. Y aunque el mundo a su alrededor estuviera desmoronándose, él no podía evitar preguntarse: ¿qué hubiera pasado si las cosas hubieran sido diferentes?
Un golpeteo en la puerta lo sacó de sus pensamientos. Matteo apareció en el umbral con su característico gesto serio. Alessio lo observó con un leve gesto de reconocimiento, pero no dijo nada. No era necesario.
-Todo está listo para la reunión de esta noche -dijo Matteo, que conocía a su jefe lo suficiente como para notar que algo había cambiado en su actitud-. ¿Quieres que te acompañe?
Alessio lo miró fijamente, sus ojos fríos, pero con algo de cansancio. Había algo más grande, más importante que cualquier negocio, que cualquier guerra. Algo que ni siquiera él podía controlar.
-No esta vez. Ve tú solo -respondió, con una calma inquietante.
Y mientras Matteo se retiraba, Alessio no pudo evitar pensar en lo que significaba realmente ese regreso de Bianca. Sabía que no sería sencillo. No podría dejarla ir de nuevo. Esta vez, no la dejaría escapar.
Porque en su mundo, las promesas que uno se hace a sí mismo son lo único que nunca puede romperse.
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