ella, tratando de recuperar la respiración. No era solo por haber corrido
la cabeza y fui en busca del vestido que mi madre había elegido para mí. No
bien visto que merodeara sola con un hombre que no fuera mi padre, tío o algún primo. Era un a
tes de emociones de Marco volvían a mi mente.
cir mayor, como de veinticinco. Aún no había cumplido los veinte, pero mi m
rme vestidos y tacones era aún más fuerte. Aunque se lo había dejado
exagerada, excepto para ocasiones especiales, donde enviaba a
arfil se ceñía a mi trasero y cintura, terminando alto en mis muslos. La par
í. Mi estilo era otro, uno que yo quería lucir, ya que m
a, pero apenas él se descuidaba, mi madre hacía de las suyas. No entendía por qué
no de mi padre. Ellas también tenían una hija de mi edad, mi prima
er. Desafortunadamente, compartíamos todo desde pequeñas, ya que nuestros padres
o propiedades y bienes bajo nuestro apellido. El padre de mi abuelo
o lo que más le importaba era el apellido, así
eocupado solo por las críticas que pudiera recibir
menos un abrazo. Su semblante era serio, y siempre estaba en silencio, como si pasara pensativo. Ni con sus propios hijos era afectuoso
e el abuelo nunca me quiso. Si no fuera por mi padre,
ió en la puerta
amá -me quejé, mirando
que caía de lado. Llevaba un elegante vestido largo hasta el suelo. Deseé que
a, como toda un
un q
siento como u
pueden permitirse
en mi cintura, analizand
ace que tus piernas se vean largas. Estoy segur
a permanecer entre las sombras, don
ño los hacía resaltar un poco. Definitivamente parecía una prostituta. No entendía cómo mi abuela había aprobado esto y, ni hab
ra su tesoro más valioso. Siempre me lo decía, y me demostraba su am
al salón. Tu padre, tus tíos y tu abuelo,
a de la cena, pero ahora empezaba a entender por
esperaban las personas que había mencionado mi madre. Al llegar a la puerta, escuché vo
alli eran los hombres más poderosos de la mafia en Roma. Sin embargo, no les tenía miedo; a pesar de saber quiénes era
extendió su brazo para ofrecerme su mano y acercarme a él. Al hacerlo, mis ojos se encontraron con los del hombre de fría mirada, que estaba sentado frente a mi padre y mis tíos. Su penetrante mirada me dejó helada. Contuv
preguntarle primero? -rompió el sile
er de qué se trat
e se arrugó en un gesto de moles
stumbre-. Tu hija Valentina se casará con Marco De Luca en menos de dos semana
nder todo, pero era demasiado tarde. Tenía que seguir las tr
a que solo era la segunda vez que lo miraba. Aparté mi m
, buscando su ayuda para liberarme de este horrible compromiso, pe
adie me salvaría de esto. No tenía alternativa; lo único que m