un ligero rubor en las
vertida-. A menos que tengas poderes eléctricos secretos que
arcajada, aliviando l
contigo -comentó, con
é rápidamente las dos primeras ideas. No había nada en su comportamiento que sugiriera malas intenciones. O al menos, eso quería creer. «Tal vez solo quiso decir que soy agradable, que la hago sentir cómod
na sonrisa divertida, inten
ros, con una sonrisa pícara
briagadora de flores tropicales y un toque de vainilla, me envolvió. «Vainilla... como el
ntiendo que mi corazón co
rriba abajo-. No tienes que fingir ser alguien que no er
o la necesidad de impresionar, de mostrar una imagen de mí mismo que consideraba más atractiva
sintiéndome un poco ab
acercó otro poco, reduciendo
a voz cargada de una sensu
derablemente. La imagen de nosotros dos en esa posición me pareció un poco torpe, y la duda me invadió. «¿Debería...? ¿No debería...?», me pregunté, sintiendo un sudor frío recorrer mi frente. Mis manos se pusieron repentinamente inquietas, buscando un lugar donde esconderse. Las apreté a mis costados, sintiendo la tela de mis bermudas arrugándose bajo la presión de mis dedos. I
asta llegar a mi cuello, donde se enroscó suavemente, ejerciendo una ligera presión que me acercó aún más. Su aliento cálido rozaba mis labios. El shock me invadió por completo. Mis ojos se abrieron de par en par, y mi corazón comenzó a latir
y seductora, mirándome directamente a los ojos. Se acercó un poco más,
No sabía qué decir. No sabía qué hacer. Solo sabía que quería besarl
piensa en mí como yo pienso en ella? ¿Siente la misma... conexión?», me pregunté, incrédulo. La idea me parecía demasiado buena para ser verdad. «¿O simplemente está buscando un romance
s de golpe, sintiendo una mezcla de alivio y frustración. Me aparté suavemente del agarre de Al
ré, con la voz u
sión indescifrable, una mezcla
con una sonrisa forza
z, sintiéndome extrañamente
ndo que mi voz sonara lo más normal po
denotaba cierta impaciencia-. Eduardo y yo te estamos
rante a las afueras -respond
ia, con un tono de voz
jandra sobre mí, y me
ga -respondí, sintiendo que
z que dejaba claro que no me creía del todo-. ¿
el restaurante -expliqué, sin
. Bueno, como sea. Te esperamos
la mirada de Alejandra fija en mí. La tensión seguía flotando en el aire despu
igero matiz en su voz, algo que podría interpretarse como... ¿celos? Pero lo decía con tanta
ré a decir-. Pero si no lo hago, volverá a ll
ró apenas un segundo, pero fue suficiente para
omento-. No quería... No acepté tu invitación con la intención de.
a escrito con una pluma. El aroma a vainilla que desprendían sus labios me inundó, y una ola de deseo me abrazó, disipando mi nerviosismo. Mis manos, que hasta entonces habían permanecido inertes a mis costados, encontraron su camino hasta su cintura, atrayéndola despacio hacia mí. El beso se profundizó, convirtiéndose en un intercambio suave y dulce, una promesa silenciosa de algo más. Sus labios se movían con suavidad
dra me miró con una sonrisa
quería -susurró, con
. La miré, sintiendo una mezc
la voz un poco temblorosa-.
ió de hombros con
e, con un ligero encogimiento de hombros-. Bueno -dijo, con un bril
ajada, aliviad
ando restarle importancia al hecho de que me había besado sin ninguna explicaci
una expresión que no p
ve silencio, señalándome con
mi necesidad de una explicación? ¿O a algo más profundo que se me escapaba? Decidí dejar de lado mis dudas por el momento. La atmósfera era agradable y no
a nuestros rostros. Nos miramos a los ojos, con una sonrisa compartida. Era un momento perfecto, casi mágico. El recuerdo del beso aún vibraba en mis labios, y la sensación del suave tacto de su cintura permanecía en mis manos. Una calidez agradable me recorría el cuer