ismo
ia, P
d
da sombra. A veces, ni el tiempo es capaz de aliviarnos, solo nos vuelve expertos en fingir que seguimos adelante, cuan
allá de lo que sintamos, recoger los pedazos que quedaron de nosotros nunca es fácil. Algunos lo hacen con la frialdad de quien barre vidrios rotos sin mirar atrás, otros es
algún día seremos capaces de dejarlo atrás por completo. La verdad es que nu
an a su destino, el dinero caía como lluvia en temporada alta, y tenía una familia que lo era todo para mí. Sergei era mi sol, mi hijo, mi
s meses, y con él, todo lo demás colapsó. Lo que quedaba de mi relación con Sasha se convirtió en cenizas; cada día era una guerra, cada discusión, un recordatorio de lo que habíamos perdido. Hasta que un día, si
dad era que ya no era el mismo. Algo dentro de mí se apagó el día que mi hijo murió, y desde entonces dejé de interesarme en cualquier tipo de relación
despacho. Mi padre, por supuesto, tenía otra teoría: según él, todavía no había encontrado a la mujer que despertara a mi corazón de su let
cargamento de drogas. Los números encajaban, los envíos estaban controlados y los sobornos ya ha
n. Su porte imponente, la espalda recta como un soldado en formación
sin apartar la vista de los documentos-. Si algo se me escapó, estoy
padre se tomó su tiempo. Apartó la silla frente a mi escritorio con la parsimonia de quien mide cada uno
esas pausas teatrales, era porque
uila para mi gusto-. En todo caso, deberías tomarte unos días de descanso. Viajar a Italia. V
a ceja, i
la mesa mientras lo observaba con desconfianza-. Solo se me ocurren dos motivos: o está
fue respuest
eté con impaciencia, recargan
ago
se endureci
ada bueno. Tampoco me gusta ese tono co
s mi hijo -insistió, con esa calma irritante que solo
earon sobre la mes
al g
ormar una familia. Quiero nietos antes de morirme, por esa razón me p
amino entre mis dedos y el cenic
más natural del mundo -solté con una risa seca y si
cruzar los brazos sobre el pecho, con
como una sentencia inapelable-. No puedes seguir atorme
risparon sobre
ntes, sintiendo cómo la rabia subía por m
n bajar la mirada-. Necesitas cambiar esa actit
e contener el veneno que
mi voz afilada como una navaja-. Es ridículo lo que pr
e... y es quien lleva las riendas del imperio de los Gambino. Un punto a f
me las sienes
s que me case co
seguridad de quien ya
co. Después, tomas una decisión. -soltó
a necesaria. Sabía que discutir con mi padre era in
acerlo. Absorto por la nostalgia y la melancolía de mi niñez, terminé en mi antigua escuela. Sí, unos añ
s de la casa. De pronto, mis pies se movieron solos al ver a un niño lesionado. Una punzada de urgencia me recorrió el cuerpo. No sé si fue el reflejo de una vieja costumbre o la imagen de R
que diseccionan a quien se atreve a sostenerles el desafío. Su cabello castaño oscuro caía en ondas suaves, enmarcando unas facciones intensas. Sus cejas gruesas acentuaban su expresión severa
energía que me atrapaba, algo feroz, indomable. ¿Era casada? ¿Dónde estaba el padre de Renato? Solté un comentario casual, disfrazado de cumplido, esperando una reacción. Su respuesta fue rápida, sin titubeos y disipó cualquier duda. E
eslicé mi tarjeta en su mano con la seguridad de quien está acostumbrado a salirse con la suya, proponiendo un almuerzo. Su expresión fue impasible, pero en sus ojos vi un destello de al
adas y ahora estoy en mi departamento, con un vaso de vodka en la mano, esperando a Boris. El silencio de la habita
noticias sob
o aún en mi mano. Su tono es neutr
te descubrir algo sob
Suelta la chaqueta sobre el respaldo de una silla y me mira con
s registros de la escuela. Tienen m
tamborileo los de
y dime lo que
ruzando los braz
siquiera en la copia de la partida de nacimiento. Vive en una de las zonas más exclusivas de Palermo. También confirmé que es dueña de una f
na sonrisa ladeada mientr
aste. Dame la dirección.
instante. Sus ojos se oscure
ienes una cena con Franco Gambino y su protegida. No puedes hacer semejante desplante. -S
is propios pensamientos, pero con la imagen