sas lejanas y los murmullos de los invitados que comenzaban a retirarse. La ciudad, que antes se había vist
bía algo en el aire, algo que la inquietaba. Después de todo lo que había vivido con Sebastián, Álex y Diego, la emoción que sentía ahora no era la
que la confundía. Sebastián, con su serenidad casi etérea, Álex, con su arrogancia encubierta, y Diego, con su encanto y oscuridad, todos parecían jugar el mismo juego. Pero
ro en dejar la fiesta, pero había sentido que algo no estaba bien. Observó cómo
voz grave, pero suave, como si supie
s que no sabía cómo expresar. Era como si su mundo, que hasta hace
stián la observó en silencio por unos segundos, percibiendo la inquietud en su mirada. Sin decir más, dio un paso haci
árboles meciéndose con la brisa y el canto lejano de las aves noct
z tranquila pero firme. - Si no quieres formar parte de este juego, Valentina, nadie t
uien siempre había parecido tan alejado de sus emociones, quien nunca había mostrado ningun
o algo más que respuestas. - ¿De verdad crees qu
da perdida por un momento
gadas de un conflicto que Valentina no esperaba ver en él. - Pero... te lo puedo decir de una manera s
a por completo, pero algo en su voz la hizo sentir que él también estaba luchando con las m
en su tono que indicaba que quería saber más de ella, más all
bargo, no sabía si estaba lista para ser tan abierta. Aún había tanto
almente, su voz vacilante, pero honesta. - Y tal vez, ni siquiera quiero
nrisa sin pretensiones, sin el brillo de la competencia que había marcado
Y a veces, la respuesta no está en lo que tenemos qu
o en el aire, pero antes de que Valentina pud
tono era agudo, pero no malintencionado. En cambio, había algo en su presencia que p
llegado sin previo aviso, su mirada fija en Sebastián con una mezcla de desafío y una pi
x continuó, acercándose un paso más. - Porque lo que sea que sea, V
a tan seguro de sí mismo, pero algo en su postura, en la forma en q
s. - ¿De verdad creen que esto es una competencia
por un momento, la miró con un resquicio de admiración, mientras
resa en sus rostros. Había hablado con claridad, y por primera vez en
Murmuró para sí misma, antes
nder algo importante: ella era más que una pieza en el juego. Y