Beaumont, donde la élite financiera celebraba una nueva fusión corporativa. Mesas decoradas con flores blancas, copas de cristal
hecho a medida caía sobre su cuerpo con perfección, y su mirada afilada escaneaba a los presentes con un aire de indiferencia. Sabía que todos querían habla
ntenía su atención no estaba en
to, la atmósfera se cargaba de tensión. Ethan no podía evitar que su mandíbula se tensara al verlo sonreír con esa arrogancia característica, con ese aire de superioridad que
enos, eso era lo que
lamar la atención -murmuró su asistente, obse
ueno -respondió Ethan, con
an astuto como despiadado en los negocios, y cada victoria que ob
tante fugaz, pero cargado de significado. Ethan vio la ligera elevación de la ceja de Adrien, ese ges
, pero su corazón lati
*
archado con los demás invitados. En la planta más alta del hotel, en una suit
lor entre ellos sofocante. Sus bocas se buscaban con desesperación, con
than contra sus labios, su vo
de su rival antes de apretarlo ligeramente, como
jado de mí -susurró, con esa confian
dmitirí
lvieran al mundo real, serían nuevamente Ethan Lancaster
día saber
imera vez que se encontraba en esta situación, con Adrien presionándolo contra una superficie, con la
mpre, estaba
rosa. Ethan cerró los ojos por un segundo, tratando de recordar por qué esto era una mala idea. Pero c
il -susurró Ethan, su
a baja, su aliento c
o te d
No podía. Porque l
*
a, observando el techo mientras su mente procesaba lo que acababa de ocurrir... otra vez. A su lado, Adrien se inc
de hacer esto -dij
el bolsillo de su chaqueta y lo encendió, inhala
ces lo mism
retó la
e es c
sacaba de quicio, ladeando la cabeza c
í, siempr
olo interrumpido por el sonido
en voz alta significaría reconocer que lo necesitab
al borde de la cama, pasando una
día -dijo, más para s
ro, apoyando un codo en la almohada
encontraremos la ma
una risa sec
e tan c
empre tan
sa del suelo con movimientos rápidos. No
xima reunión -dijo,
nrió, apoyándose contra el cabecero
. Y no pue
*
te trajo consigo
uipo de asesores alineados a su alrededor. Las pantallas proyectaban grá
tado con la misma arrogancia d
la sala era palpable, ninguno de los dos CEOs se inmutaba. Sus expresiones eran
interesante que la última vez -d
la mesa, sus ojos fijos en los de
tar lo que ten
peligroso que ambos estaban dispuestos a jugar... aunque,